SAN JUAN FISHER
22 de junio
1535 d.C.
Nació en Beverley (Yorkshire), hijo de un comerciante de
tejidos. Estudió en Cambridge, donde en 1491 obtuvo el
título de “master of arts” y fue su canciller; prestó
tanta ayuda al desarrollo de esta universidad de manera que se le puede
considerar su segundo fundador. En 1491 fue ordenado sacerdote. Se
distinguió por su actividad apologética antiprotestante.
Escribió contra Lutero “Defensa
de los siete sacramentos”,
en contra de la obra de Lutero la “Cautividad
de Babilonia”.
Fue un estudioso profundo y un humanista brillante. Fue el
artífice de la introducción del estudio del griego y
hebreo en Cambridge.
En el 1504, por
indicación de la madre de Enrique VIII (Juan era su confesor),
lady Margaret, condesa de Richmond, fue nombrado obispo de Rochester,
aun conservando la dirección de la universidad Cambridge en la
que colaboró con lady Margaret en el establecimiento en la
fundación de una capilla, destinada a la predicación
sagrada. Hasta su muerte fue obispo de Rochester, y se negó ser
trasladado a otra a pesar de tener una mejor dotación
económica. Ejercitó asiduamente la visita pastoral a las
parroquias de forma que era conocido y estimado del clero y de los
fieles.
Fue amigo de Erasmo, al que dio una cátedra de griego en el
Christ's College de Cambridge, que la reina madre había fundado
por consejo suyo (así como el de Saint John’s College), que se
convirtieron en centros del humanismo cristiano. Erasmo de Roterdam
dijo de él en el “Elogio de la locura”: "No hay hombre
más sabio; ni prelado más santo". Su palacio episcopal
era casi un monasterio por la austeridad de vida, por el rezo del
oficio divino y por el trabajo que les exigió a sus familiares.
Lo único que verdaderamente constituyó su tesoro fue su
biblioteca.
Partidario de la reforma de la Iglesia, como se demostró en el
sínodo de 1508 en que habló con tanta elocuencia contra
la corrupción de los pastores, se opuso al luteranismo alegando
sus contradicciones con la fe y la tradición de la Iglesia.
Entre sus obras figuran magníficas diatribas antiprotestantes y
la más firme defensa teológica sobre la
transubstanciación de la Eucaristía. Como obispo fue un
gran predicador. Fue conocido por sus visitas a los enfermos y por su
generosidad con donativos a los estudiantes y a los pobres (en 1532 un
intento de envenenamiento fracasó porque había
distribuído toda la comida entre los pobres que se encontraban a
su puerta; uno de ellos murió).
Por haber defendido con valentía el primer
matrimonio de Enrique VIII, tras la visita a Londres del cardenal
Campeggi (legado papal) en 1529 para juzgar la causa del divorcio, fue
encarcelado una primera vez en 1533; y por haber rechazado el
juramento, impuesto por rey, de respetar la sucesión al trono de
los hijos de Ana Bolena con la cláusula adjunta de rechazar la
jurisdicción papal sobre la Iglesia ("Decreto de
Supremacía"), fue encerrado en la Torre de Londres y luego
decapitado (un mes antes Pablo III o Clemente VII le había
distinguido con la dignidad cardenalicia, pero el rey había
dicho que “ya podía mandar todos los capelos que quiera, porque
no le van a quedar cabezas donde ponerlos”). Su muerte fue como una
liturgia: después de leer el Evangelio (Jn 3,17) dirigió
al pueblo estas palabras: "Yo he venido aquí para morir por la
fe de la Iglesia católica y de Cristo", recitó el "Te
Deum" y el "Salmo 30" ("In
te, Domine, speravi") antes de
ofrecer su cabeza al verdugo. Su cabeza, como la de un traidor, fue
expuesta, pinchada en un palo, durante quince días en el puente
de Londres.