SAN JUAN DE GORZE
27 de febrero
975 d.C.



   Nació en Vandieres (Metz), en el seno de una familia de campesinos con grandes propiedades. Estudió en la abadía de Saint Michel, donde parece que aprovechó poco sus enseñanzas. Volvió a su casa donde, huérfano de padre, administró durante algunos años sus vastas posesiones. Su conversión interior estuvo unida al trato espiritual que mantuvo con una monja del monasterio benedictino de San Pedro de Metz, con la que descubrió la práctica ascética del cilicio. En los siguientes años experimentó diversas formas de vida religiosa sin que ninguna le satisficiera: fue ermitaño en Ardenne, recluso en Verdun, peregrinó a Roma, donde visitó la tumba de los apóstoles, después marchó a Nápoles, acudió a Montecasino, que no le impresionó en absoluto y llegó hasta el santuario de San Miguel en el Monte Gargano. La forma de vida que más le gustó fue la que conoció en Beneventano, donde los monjes vivían como los antiguos padres del desierto. 

   Al regresó a su patria, con algunos amigos que compartían su mismo ideales decidió volver a Italia, cuando el obispo san Adalberón de Metz, tuvo la idea de la reforma de la abadía de Gorze, asi en el 934, Juan y sus compañeros profesaron como monjes benedictinos y se reformó la abadía de Gorze; a Juan se le encomendó el cuidado temporal del monasterio, sin ser el abad. Administró los bienes del monasterio, logró recuperar sus bienes, y reorganizó la hacienda agrícola haciéndola más productiva, e inició la restauración de los edificios y de la iglesia, y rodeó al monasterio de un muro de defensa para protegerlo de las frecuentes invasiones por aquellas tierras. Gorze se convirtió de este modo en el centro de la reforma monástica de Alemania. 

   El emperador Otón I le envió como embajador en el califato de Córdoba gobernado por Abderramán, donde estuvo durante dos años y logró el éxito de su misión. En el 967, fue elegido abad de Gorze y las reformas que introdujo se propagaron en muchas abadías benedictinas. Parece que estuvo dotado de una memoria prodigiosa. Murió rodeado de la estima y admiración de todos cuantos le conocieron. Su culto está unido a la región y abadía de Gorze y no ha sido reconocida su santidad oficialmente.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)