Nació
en Vandieres (Metz), en el seno de una familia de campesinos con
grandes propiedades. Estudió en la abadía de Saint
Michel, donde parece que aprovechó poco sus enseñanzas.
Volvió a su casa donde, huérfano de padre,
administró durante algunos años sus vastas posesiones. Su
conversión interior estuvo unida al trato espiritual que mantuvo
con una monja del monasterio benedictino de San Pedro de Metz, con la
que descubrió la práctica ascética del cilicio. En
los siguientes años experimentó diversas formas de vida
religiosa sin que ninguna le satisficiera: fue ermitaño en
Ardenne, recluso en Verdun, peregrinó a Roma, donde
visitó la tumba de los apóstoles, después
marchó a Nápoles, acudió a Montecasino, que no le
impresionó en absoluto y llegó hasta el santuario de San
Miguel en el Monte Gargano. La forma de vida que más le
gustó fue la que conoció en Beneventano, donde los monjes
vivían como los antiguos padres del desierto.
Al regresó a
su patria, con algunos amigos que compartían su mismo ideales
decidió volver a Italia, cuando el obispo san Adalberón
de Metz, tuvo la idea de la reforma de la abadía de Gorze, asi
en el 934, Juan y sus compañeros profesaron como monjes
benedictinos y se reformó la abadía de Gorze; a Juan se
le encomendó el cuidado temporal del monasterio, sin ser el
abad. Administró los bienes del monasterio, logró
recuperar sus bienes, y reorganizó la hacienda agrícola
haciéndola más productiva, e inició la
restauración de los edificios y de la iglesia, y rodeó al
monasterio de un muro de defensa para protegerlo de las frecuentes
invasiones por aquellas tierras. Gorze se convirtió de este modo
en el centro de la reforma monástica de Alemania.
El emperador
Otón I le envió como embajador en el califato de
Córdoba gobernado por Abderramán, donde estuvo durante
dos
años y logró el éxito de su misión. En el
967, fue elegido abad de Gorze y las reformas que introdujo se
propagaron en muchas abadías benedictinas. Parece que estuvo
dotado de una memoria prodigiosa. Murió rodeado de la estima y
admiración de todos cuantos le conocieron. Su culto está
unido a la región y abadía de Gorze y no ha sido
reconocida su santidad oficialmente.