SAN JUAN DE DUKLA
1484 d.C.
29 de septiembre
Natural de
Dukla (Polonia). Después de una breve esperiencia de vida
eremítica, ingresó en a Custodia de los Franciscanos
conventuales de Rusia (Rutenio) en Lemberg. Fue ordenado sacerdote y se
distinguió por su celo y prudencia, tanto que mereció ser
colocado en puestos de responsabilidad. Se dedicó a la
predicación y al servicio pastoral en los vastos territorios de
las actuales repúblicas de Ucrania, Moldavia y Bielorrusia.
En aquellos tiempos los franciscanos polacos estaban
unidos con los checos en una sola provincia. Por su inclinación
a la vida contemplativa obtuvo de los superiores el permiso de vivir en
conventos donde se observaba con mayor rigidez la regla franciscana;
siguiendo así el consejo de san Juan de Capistrano que ingresara
en los franciscanos observantes que, en aquellos momentos, estaban
iniciando una de las múltiples reformas franciscanas. En el
nuevo ambiente fue pronto uno de los más celosos religiosos,
distinguiéndose en la vida de perfección, en el cuidado
de las almas y en el trabajo misionero. Sectores especiales de su
actividad fueron hasta el fin de su vida el confesionario y el
púlpito. Tuvo el don de la curación de enfermos.
Trabajó con éxito entre los rutenos en Leópoli,
Ucrania. Fue guardián de varios conventos, entre ellos el de
Krosno, y gobernó la custodia de Leópoli.
Al quedar ciego no pudiendo ya preparar las predicaciones,
se servía de un novicio que le leía algunos textos
sagrados sobre los cuales se preparaba. Soportó la ceguera y
otros males que lo afligían sin lamentarse nunca y mostrando a
todos una serenidad franciscana.
Fue fervoroso cumplidor de la regla profesada. Amaba y
veneraba el pequeño código franciscano como si fuera el
evangelio, lo leía frecuentemente, lo meditaba de continuo, para
profundizar siempre más en el espíritu del
Seráfico Patriarca. Cuando quedó ciego ya no podía
leer la regla franciscana, se la hacía leer de algún
novicio. Era llamado por sus cohermanos “Heraldo de la paz y de la
unión fraterna”. Aborrecía a los murmuradores y
sembradores de cizaña, los amonestaba y corregía. Su vida
religiosa estuvo tejida de oración, penitencia y ardiente
apostolado.
Murió a los 70 años en Leópoli (hoy
Lvov, Ucrania), recitando los salmos penitenciales con sus hermanos. Su
tumba se encuentra en el convento franciscano de su ciudad natal. Tras
su muerte, su fama de santidad se convirtió muy pronto en culto
público en toda la región; los milagros y gracias
obtenidas por su intercesión hicieron que se le tributara un
culto siempre creciente, que el Papa Clemente XII aprobó el 21
de enero de 1733. En 1739 el mismo papa lo proclamó copatrono
del reino de Polonia y del gran ducado de Lituania. SS Juan Pablo II lo
canonizó en junio de 1997.