SAN JUAN BAUTISTA DE
LA SALLE
7 de abril
1719 d.C.
Natural de Reims. Señor de La Salle, perteneciente a una noble
familia de abogados. Ingresó en el colegio de “Bons Enfants”,
dependiente de la universidad de la Sorbona de París, luego
continuó su vida escolar en la universidad donde inició
los estudios en Artes. Simple tonsurado, sucedió a su tío
Pedro Dozet en una canonjía en la catedral de Reims (1667).
Después de haber estudiado en el seminario de Saint-Sulpice de
París y en la Sorbona donde se doctoró en Artes, al
fallecer sus padres volvió a Reims, y se puso al frente de su
casa, eligiendo como director espiritual al beato Nicolás
Roland.
Fue ordenado sacerdote
en el 1678, mientras seguía ocupándose de su familia y se
doctoraba en Teología. Siguió las huellas del
canónigo beato Nicolás Roland, que se ocupaba de las
clases sociales más pobres. En 1670 abrió, en tres
parroquias de su ciudad, tres escuelas para muchachos pobres,
renunció a la canonjía y vendido su patrimonio para
dedicarse a la educación e instrucción de los
niños pobres (en 1679 ya había fundado una escuela para
los pobres), dando inicio a la Congregación de los Hermanos de
las Escuelas Cristianas (sólo en 1684 emitieron los votos
temporales sus doce hermanos) que puso bajo el patronato de
María: "El espíritu de Instituto consiste en un ardiente
celo de instruir a los niños y educarles en el amor de Dios;
conduciéndoles a conservar su inocencia; inspirándoles
gran aversión y sumo horror al pecado y a todo lo que puede
hacerles perder la pureza. Para vivir en este espíritu, los
Hermanos se esforzasen con la plegaria, con las instrucciones, con la
vigilancia y con la buena conducta, en procurar la salvación de
los niños que le son encomendados; educándolos en la
piedad y en el verdadero espíritu cristiano, según las
reglas y las máximas del Evangelio". Las características
que debía tener un maestro eran: gravedad, silencio,
discreción, prudencia, sabiduría, paciencia, reserva,
bondad, celo, vigilancia, piedad y generosidad.
Su vida se vio signada
con pleitos, calumnias, persecuciones, ataques de los jansenistas, de
sus familiares (que le echaban en cara sus compromisos con gente
humilde), de los mismos burgueses y aristócratas de la
época (que le acusaban de deshonrar su estado canónico);
sufrió hostilidades hasta hacerse condenar dos veces por la
corporación de los maestros de escuela; toleró
pacientemente las odiosas medidas de los dignatarios
eclesiásticos, que lo destituyeron por incapaz,
acusándolo incluso en un proceso (1712) de subordinar a los
menores, y por fin sobrellevó las incomprensiones de sus mismos
cohermanos mediocres, que lo abandonaron. El obispo de París lo
destituyó como superior y expulsó su obra de la ciudad,
aunque el siguió siendo el superior en la práctica y
abrió escuelas en Chartres, Calais, Troyes, Marsella,
Dijón…
Murió en la casa
profesa de Saint-Yon, donde ejercía de capellán, de una
enfermedad reumática y urémica, después de haber
renunciado a su cargo de superior en 1717, dedicándose en el
ínterin a escribir obras religiosas como "Regla común".
"La Regla del Director". "Meditaciones para el tiempo de
retiro". "Colección de varios trataditos". "Guía
para el formador de maestros". "Guía de las Escuelas
Cristianas". "Los deberes del cristiano". "El tratado de
Urbanidad". "Instrucciones y oraciones para la comunión y
la confesión". "Silabarios para las aulas". En el
momento de su muerte pronunció una frase que le hizo
célebre: "Adoro en todas las cosas la voluntad de Dios".
Está enterrado en Roma. Fue
canonizado por León XIII el 24 de mayo de 1900. Patrono
de todos los educadores cristianos.