Nació en
Duyun, provincia de Guizhou (China), y fue desde joven espiritualmente
inquieto. Se unió primero a un grupo de ayunadores llamado
«Religión del agua clara» (Qingshui jiao), en
busca de la rectitud y la pureza. Esta no le conformó, y se
enroló en una escuela de maestros taoístas, donde
llegó a ser “Daoshi”, sacerdote taoísta. Pasado el
tiempo, casado y con 40 años, se instala en Guiyang, la capital
de la provincia, asociado a un amigo, Wang, en el comercio de la seda.
Precisamente a
través del hijo de su amigo, que se había hecho cristiano
en la capital, toma contacto con los misioneros cristianos, que le
hacen conocer el evangelio. El estudio del catecismo lo acerca
más y más a la fe, pero José tenía en ese
momento dos esposas y no podía recibir el bautismo. Finalmente
se separó de la segunda, dotó a ella y al hijo de ese
matrimonio, y recibió en 1800 el bautismo de manos del P.
Matías Luo, y dos años más tarde la
comunión.
Llegó a ser
un catequista de primer nivel, pero en la persecución de 1812,
atemorizado, se retiró de la capital; pero encuentró a
Mons. Dufresse, quien le instó a volver a Guiyang para alentar y
confortar a los fieles. José comprendió el error de huir
y, de regreso en la capital, se unió en el apostolado entre sus
conciudadanos, especialmente entre los pobres, enfermos y niños.
José vagó de escondite en escondite, mientras el
gobernador puso precio a su cabeza. Finalmente en 1815 el hermano joven
de su esposa, por condicia, lo entregó, guiando él mismo
a los espías hasta la guarida de su cuñado. Acusado ante
los jueces, fue condenado a morir en la cruz, lo que le produjo
lágrimas de emoción, por no considerarse digno de morir
como Cristo. Murió en Kweyang, China, el día 12 de marzo
de 1815. Fue canonizado por San Juan Pablo II el 1 de octubre de
2000.