SAN JOSÉ
MARÍA ROBLES HURTADO
26 de junio
1927 d.C.
Nació en Mascota (Jalisco). Sintió la vocación
sacerdotal después de asistir a unas misiones populares,
ingresando en la seminario de Guadalajara. Ayudado por sus padres
superó una terrible crisis espiritual que le duró varios
años y de la que salió robustecido y madurado,
colaborando desde entonces en la catequesis.
Después de trabajar para el obispo de Tehuantepec,
y para su propio obispo, fue ordenado sacerdote en 1912. Fue enviado a
Mascota como capellán de la religiosas del Verbo Encarnado, se
destapó como apóstol de la devoción del
Corazón de Jesús, y así en 1915 fundó una
Congregación religiosa con calidad de “víctimas” de
Sagrado Corazón. Destinado en 1916 a la parroquia de
Nochistlán, como coadjutor de san Román Adame, en 1918
fundó la Congregación religiosa de Víctimas del
Corazón Eucarístico de Jesús. Tuvo que dejar la
dirección de su fundación para marchar como
párroco de Tecolotlán (Jalisco).
Decretada la persecución de 1926, tuvo la
osadía de colocar una cruz en el sitio llamado La Loma, lo que
las autoridades consideraron una provocación, por lo que tuvo
que permanecer en la clandestinidad en su parroquia y contando con la
ayuda de sus fieles. Fue apresado, pero tras la visita de unos
jóvenes pudo darles sus breviario donde había escrito
unos versos en honor al Corazón de Jesús y una
aceptación del martirio y citando a todos en el cielo. Cuando le
pusieron la cuerda para ahorcarlo en la sierra de Quila, se dio cuenta
que el que iba a ponérsela era un ahijado suyo, le quitó
la soga y se la puso él mismo diciendo: “No te manches”. Los
mismos soldados avisaron para que lo enterraran. Y hoy está
enterrado en la iglesia del noviciado de su fundación que ahora
se llaman Hermanas del Santísimo Sacramento. Fue
canonizado, junto con otros mártires mejicanos, el 21 de mayo de
2000 por San Juan Pablo II.