SAN JOSÉ CAFASSO
23 de junio
1860 d.C.



   Nació en Castelnuovo d´Asti (hoy Castelnuovo Don Bosco) en Turín, en el seno de una familia campesina; era pequeño y jorobado. En 1827, con 16 años, ingresó en el seminario de Chieri y se entregó al estudio de la Filosofía y Teología. Había de alguna manera que aligerar el enorme gasto y gran sacrificio que suponía su estancia en el seminario para el pobre bolsillo de sus padres y para ello se formó en todos los campos. En 1823, a los 22 años, fue ordenado presbítero. A pesar de ser ya sacerdote, no se olvidó de su continua formación y por ello se alistó a un convictorio sacerdotal, el de San Francisco de Asís de Turín, y allí pasó unos años de intensa formación sacerdotal. Fue nombrado profesor de la cátedra de Moral y trabajó al lado del canónigo Luis Guala, que había sido fundador del convictorio, y llego a ser nombrado director del mismo a la muerte de Don Luis Guala.

   Se dedicó a la formación del clero joven. En Turín se le consideró como una de las personas de criterio más seguro que había en el norte de Italia, y todos iban a consultarle cuestiones dudosas. Fue maestro y formador de sacerdotes. Opuso un gran rigor intelectual contra el jansenismo y el regalismo, defendiendo la doctrina e independencia de la Iglesia en años turbulentos apoyándose en las enseñanzas de san Francisco de Sales y san Alfonso María de Ligorio. Fue maestro de san Juan Bosco y su más generoso benefactor. Una vez le dijo a don Bosco, cuando todavía era seminarista: "Querido amigo: las diversiones de los sacerdotes son la funciones de la Iglesia: cuanto más devotamente se celebran tanto más gustan. Nuestras novedades son las prácticas religiosas siempre renovadas y dignas, por tanto, deben frecuentarse con la mayor diligencia. Quien abraza el estado eclesiástico se vende al Señor; de ahí que nada hay en este mundo que le atraiga, si no es la mayor gloria de Dios y el bien de las almas". El confesionario se convirtió en su segunda cátedra, y a él acudieron gentes de toda condición social, siempre necesitadas de un consejo espiritual.

   Se le recuerda siempre por una especialidad ingrata al sacerdocio: la asistencia a los condenados a muerte, a quiénes hablaba antes de salir al patíbulo, abrazándoles y exhortándoles. Un moribundo que iba a ser guillotinado por sus fechorías, exclamó: "Con don José Cafasso al lado, la muerte es un verdadero triunfo". Su caridad no tuvo límites: visitó cárceles y hospitales. A todos llegó su palabra alentadora y su ayuda económica en todas sus necesidades. Cafasso no tuvo nada para él, todo era para los demás. Todo era sencillo a su alrededor. No hacía ruido. Era un gran devoto de la Eucaristía y de María. El arzobispo de Turín le nombró director de la casa diocesana de ejercicios. Murió diciendo que se olvidaran de él, porque era un sacerdote indigno. Un sobrino suyo, hijo de su hermana, el beato José Allamano, ha obtenido también la gloria de los altares. Está enterrado en el santuario de la Consolata de Turín. Fue canonizado por SS Pío XII el 22 de junio de 1947.

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(Parroquia San Martín de Porres)