De origen sirio, prestaba servicio en la armada del rey de Persia y se
convirtió gracias al ajemplo de numerosos cristianos que
morían víctimas de las persecuciones. Recién
bautizado, se encontró con san Honorato, fundador del monasterio
de Lerins y a su hermano san Venancio. Cuando éste último
murió en Méthon, san Honorato regresó a la Galia
llevéndose a Jaime que fue monje en Lerins.
Cuando san Honorato fue obispo de Arles, se
preocupó no sólo de evangeliazar la Provenza, sino
también algunas zonas circostantes, entre las cuales Tarantasia,
subregión de Saboya; después de conferirle las ordenes
mayores, envió a Jaime, hacía el 420, como primer
misionero. Llegó al gran valle, fue bien acogido por la
población local y comenzó la construcción de una
iglesia dedicada a San Esteban. Tres años después
Tarantasia fue invadida por los burgundios y Jaime y sus
compañeros fueron obligados a regresar a sus lugares de
origen.
San Honorato le confirió la consagración
episcopal y hacia el 426 el nuevo obispo, regresó a su tierra de
misión, estableció su sede en Moûtiers, capital de
la región. Durante su episcopado, Jaime se reveló como
taumaturgo y sería excesivo enumerar todos los milagros que la
leyenda le atribuye. Después de tres años de gobierno
dejó su diócesis en manos de un cierto Marcelo que fue su
sucesor. San Jaime había intuído su próxima muerte
y prefirió regresar a Arles con su maestro Honorato. Tiene culto
local.