SAN IRENARCO
28 de noviembre
305 d.C.
El
grupo estaba formado por el presbítero Acacio, siete mujeres,
dos niños e Irenarco, que era el verdugo y se convirtió
al ver el coraje de las mujeres mártires. La Passio dice que en Sebaste se
inició una persecución cuando era prefecto de la ciudad
Máximo. Siete mujeres, acusadas de convertir a sus maridos al
cristianismo, fueron conducidas delante del prefecto. Uno de los
guardias, de nombre Irenarco, encargado de la custodia de las siete
mujeres, se declaró cristiano y se hizo cargo de su defensa.
Máximo fue inflexible e invitó a las cristianas a
sacrificar a los dioses, pero estas, con engaño, cogieron los
ídolos y los tiraron a un lago. La ira del prefecto fue grande.
Una de éstas, madre de dos niños, tiró al fuego un
vestido blanco que el prefecto la había regalado a cambio de no
torturar a su marido. Serán los dos hijos de esta mujer quienes
luego seran asociados al martirio de Irenarco. Las mujeres fueron
torturadas y después decapitadas.
Después llegó el turno de Irenarco que, como rechazase
sacrificar a los dioses, fue torturado. Al mismo tiempo recibió
el bautismo de manos del presbítero Acacio. Después de
negarse nuevamente a sacrificar fue condenado al fuego y después
a la decapitación. Irenarco, Acacio y los dos niños
entraron en el horno ardiendo; los niños murieron enseguida,
mientras los dos adultos fueron sacados de las llamas para
decapitarlos. El relato del martirio de Irenarco es parecido al de san
Blás.