SAN IÑIGO DE
OÑA
1 de junio
1068 d.C.
Nació en Calatayud, en el seno de una familia mozárabe.
En 1034, ya desde hacía muchos años, vivió en
soledad en los montes aragoneses, dedicado a una durísima
penitencia a la oración y contemplación. Monje
cluniacense en el monasterio benedictino de San Juan de la Peña.
Movido de su prestigio, Sancho el Mayor, consiguió del abad de
San Juan de la Peña, que Íñigo fuera destinado al
monasterio de San Salvador de Oña como abad (tal como lo
pedían los monjes de aquella nueva fundación burgalesa),
aunque él en un principio mostró una gran resistencia a
aceptar el gobierno del monasterio.
Durante 35 años, dirigió sabiamente el
monasterio y las muchas iglesias a él encomendadas. Y su
presencia apareció frecuentemente junto al rey navarro
García, hijo de Sancho el Mayor, tanto en las tierras riojanas
de Nájera -donde había establecido la corte-, como en la
fratricida batalla de Atapuerca, donde sucumbió traidoramente
Don García, que vino a morir en los brazos de
Íñigo.
Íñigo no se separó de su rey ni de su
monasterio, al cual engrandeció con su santidad y bien hacer.
Fue un gran defensor de la convivencia y de la paz. Sustentó a
los pobres y asistió a los enfermos, solícito siempre al
bien de los demás. A su muerte le lloraron ya fueran cristianos,
árabes o judíos. Fue canonizado por el papa
Alejandro II en 1070. Patrón de Calatayud y de Oña.