SAN HONORATO DE AMIENS
16 de mayo
600 d.C.
Había nacido Port-le- Grand, cerca de Amiens, el seno de la
familia de los condes de Ponthieu. Practicó desde la infancia la
virtud y Beato fue su preceptor y guía espiritual y al que
sucedió como obispo de Amiens en el 560, pese a su fuerte
resistencia, ya que no creía merecer tal honor. Según
cuenta la tradición, durante su consagración, Dios quiso
confirmarle con un prodigio, y los asistentes vieron descender sobre su
cabeza un rayo divino y un aceite misterioso.
Cuando se supo en Port-le-Grand que había sido
proclamado al episcopado, su ama, que estaba en esos momentos cociendo
pan en la casa paterna, acogió la buena nueva con completa
incredulidad, y dijo que sólo se lo creería si la
requemada pala para hornear que tenía en la mano echase
raíces y se convirtiese en árbol. Fiel a su palabra, a
continuación plantó en el patio de la casa la pala,
convirtiéndose en una morera que pronto dio flores y frutos.
Todavía en el siglo XVI se seguía enseñando este
árbol en la casa paterna de San Honorato. Desde entonces,
floristas y panaderos se disputaron el santo patrón.
Se cuenta que durante su episcopado fue honrado con otros
sucesos extraordinarios, tales como la invención de los cuerpos
de los santos Fusciano, Victórico y Genciano, que habían
permanecido ocultos de los fieles más de trescientos años
e impidió su traslado a París como quería el rey
Childerico II. Dicen también de san Honorato, que su obispado
fue significado por una serie de prodigios que demostraron su santidad,
siendo, además especialmente distinguido por el Señor.
Obró milagros durante una carestía de pan.
Dio su nombre a una cartuja cerca de Abbeville. Su vida está
llena de leyendas. Se dice que murió mártir, pero este
hecho no está constatado. Lo cierto es que murió en
Port-le-Grand, con fama de santidad y sobre su tumba se obraron muchos
milagros. Patrón de Amiens.