SAN GUILLERMO DE
MALAVALLE
10 de febrero
1157 d.C.
Noble
francés. Habiendo llevado vida desarreglada y llena de
aventuras. Se convirtió y marchó a Roma para visitar la
tumba de los apóstoles y pedirle al Papa el perdón de sus
pecados y una adecuada penitencia, el Papa San Eugenio III le impuso
una peregrinación a Tierra Santa en 1145.
Regresó con el propósito de dedicarse a Dios
con una vida penitente y en soledad; en un primer momento se
retiró a una gruta en las cercanías de Pisa, en
Lupocavio, después al monte Pruno, ya que no estaba satisfecho
con la vida de los discípulos que rapidamente lo rodearon.
Después, en 1155, abandonó el territorio pisano y se
refugió cerca de Castiglion della Pescaia, en Grossetano, en un
valle desierto denominado Malavalle. Allí se escondió en
una cueva llamada “Stabulum Rodii” y pasó los últimos
años de su vida en un clima de intensa penitencia, alternando el
trabajo manual con largas horas de oración. y de
contemplación donde le sobrevino la muerte. A su muerte sus
discípulos contituyeron la Orden de los Eremitas de San
Guillermo.
Otros hagiográfos dicen que a su regreso de
Jerusalén fue nombrado superior de una abadía benedictina
de Pisa (1153). Dos años después, tras haber llevado a
cabo dos intentos de reforma en monasterios cuyo gobierno le
habían sido confiados, se retiró a un áspero valle
llamado Malavalle, en la diócesis de Grosseto, donde
vivió como ermitaño. Fundador de la Orden de los
Guillermitas que al inicio tuvieron la regla de san Benito y se
esparcieron por Italia, Francia, Alemania y los Países Bajos y
luego fueron absorbidos por los agustinos en 1604 cuando decayó
la Orden en Italia. El primitivo monasterio de Malavalle fue
destruído durante la guerra entre Siena y Grosseto. Parece que
puede ser una duplicación de Guillermo de Gellone. Su culto
llegó a ser aprobado por el Papa Alejandro III entre 1174 y
1181, y recibió un nuevo impulso cuando fue confirmado por
Inocencio III en 1202.