SAN GUILLERMO DE
DIJÓN
1 de enero
1031 d.C.
Nació en la isla de San Giulio del lago d’Orta en Novara y era
hijo del conde de Volpiano, una familia de Suabia, y como todos los
segundones fue educado en el monasterio de San Genuario de Lucedio. Se
hizo benedictino en Lucedio, cerca de Vercelli. Completó sus
estudios en Vercelli y en Pavía. Enfrentado al obispo de
Vercelli por haber rechazado el sacerdocio (que habría supuesto
el juramento de fidelidad al obispo), Guillermo acudió para una
breve estancia a San Miguel de la Chiusa, en el monte Pirchiriano.
En el 987, se
trasladó a Cluny cuando era abad san Mayolo, que lo
convirtió en su discípulo predilecto. Después de
un año, san Mayolo lo envió como prior del cenobio de
Saint-Saturnin-sur-Rhône (actual Pont-Saint-Espirit). Fue enviado
por el obispo a reformar la abadía de San Benigno en
Dijón en el 990, y de la que hizo el centro desde la cual se
extendió la reforma cluniacense en toda Borgoña,
Normandía, Lorena e Italia septentrional, concretamente en las
abadías normandas de Jumiéges y Saint Oen de Ruan, aunque
con independencia de Cluny. Convenció a san Odilón a
hacerse monje en Cluny.
Era gentil con los pobres, en el trato con los grandes demostró
una notable firmeza. Hizo dos viajes a Italia (Roma, Benevento, San
Miguel de Gargano, Farma). A su regreso al Lacio, enfermó de
malaria que le obligó a detenerse en el monasterio de Santa
Cristina de Cortolona, y después en Vercelli. Al final de su
vida fundó la abadía de Fruttuaria en Piamonte y
reconstruyó la de Fécamp dándole unas normas que
fueron originales en su tiempo, donde murió; los monjes
intentaron sin éxito conseguir su canonización, aunque es
venerado como santo entre los benedictinos, mientras en 1808 su culto
fue aprobado en la diócesis de Ivrea.