SAN GOSLINO
12 de febrero
1053 d.C.
Pertenecía
a la noble familia turinesa de los Avari; fue educado e instruido en
las letras y en las ciencias humanas. Pronto le surgió la
vocación religiosa e ingresó entre los benedictinos. Su
maestro fue el primer abad del monasterio de San Solutore en
Turín, Romano; tuvo como compañero a Atanasio. Tuvo un
gran respeto y obediencia por la Regla, no se concedió ninguna
escusa, ni siquiera cuando estaba enfermo. Fue un hombre
humildísimo, y nunca se sintió superior a sus cohermanos
aunque fuera superior en instrucción y doctrina. El ayuno y las
penitencias fueron sus armas para combatir las pasiones, mientras que
su alimento para el alma era la lectura de libros espirituales. Fue
verdadero modelo de perfección para los que le rodeaban y para
todos los que frecuentaban el monasterio: su santidad fue conocida por
todos.
Fue elegido segundo
abad benedictino de San Solutore (Turín) (1031-1053). En su
nombramiento estuvieron todos los hermanos de acuerdo y él
aceptó para cumplir la voluntad de Dios. Confió el
cuidado de las cosas materiales a sus colaboradores mientras él
se ocupó solamente de las cosas espirituales. La observancia de
la Regla por parte de todos los monjes garantizaba el camino de la
comunidad hacia la perfección evangélica y Goslino, el
primero, era el modelo. Estuvo atento a los pobres, ya fueran los de
los alrededores como los peregrinos, aunque ello supusiera el
empobrecimiento de las rentas del monasterio. Socorrió al
prójimo en las necesidades materiales y con ello en las
necesidades del espíritu. En el monasterio nunca faltó lo
necesario. El obispo Cuniberto le hizo nuevas donaciones (1048). Lleno
de fatigas y sobre todo de méritos murió entre la
veneración y el aprecio del pueblo y del clero.