SAN GERÁSIMO
5 de marzo
475 d.C.
Nació en Licia. Abrazó la vida monacal y pasó a
Jerusalén, en el 451, a raíz de la condena de Eutiques en
el Concilio de Calcedonia. En un principio se dejó arrastrar de
las doctrinas del heresiarca, pero san Eutimio "el Grande", le
volvió a la ortodoxia. Expió su falta con penitencia
constante.
Más tarde,
parece que estuvo en varias comunidades de la Tebaida y finalmente,
retornó a Palestina, donde se hizo íntimo amigo de San
Juan el Silenciero, de san Sabás, de san Teoctisto y de san
Atanasio de Jerusalén. Tan numerosos fueron sus
discípulos, que el santo fundó una "laura" en el 455, de
sesenta celdas, cerca del Jordán y un convento para los
principiantes, de las que fue abad. Sus monjes guardaban silencio casi
completo, dormían en lechos de juncos y jamás
encendían fuego dentro de las celdas, a pesar de que las puertas
tenían que estar siempre abiertas.
Se alimentaban
ordinariamente de pan, dátiles y agua y dividían el
tiempo entre la oración y el trabajo manual. A cada monje se
asignaba un trabajo determinado, que debía estar listo el
sábado siguiente. Aunque la regla ya era severa, Gerásimo
la hacía todavía más rigurosa para sí y
nunca cesó de hacer penitencia por su caída en la
herejía eutiquiana. Según se cuenta, durante la cuaresma,
su único alimento era la Eucaristía. San Eutimio le
profesaba tal estima, que le enviaba, por medio de los
discípulos, a aquellos de sus seguidores a quienes consideraba
llamados a la más alta perfección. La fama de
Gerásimo sólo cedía a la de san Sabas. El
año 451, durante el Concilio de Calcedonia, su nombre
sonó en todo el oriente. La "laura" que él había
fundado florecía todavía un siglo después de su
muerte.
El "León de san
Jerónimo" fue en realidad san Gerásimo y pertenece a la "Leyenda
Dorada", en la que se cuenta que un día curó a un
león que tenía una espina en una pata, y el animal le
siguió hasta su muerte.
En el monasterio
había un asno, que los monjes utilizaban para ir a traer agua, y
éstos hacían que el león cuidara del asno cuando
iba a pastar; pero un día, unos mercaderes árabes se lo
robaron y el león volvió sólo y muy deprimido al
convento. A las preguntas de los monjes, el león
respondía con miradas lastimeras. El abad le dijo: "Tú te
comiste al asno. Bendito sea Dios por ello. Pero de ahora en adelante
tú harás el trabajo del asno". El león tuvo que
acarrear agua para la comunidad. Poco tiempo después, los
mercaderes árabes pasaron de regreso con el asno y tres
camellos; el león les puso en fuga, cogió entre los
dientes la brida del asno y lo llevó triunfalmente al
monasterio, junto con los camellos. San Gerásimo
reconoció su error y dio al león el nombre de
Jordán.
Cuando murió el anciano abad, el león estaba
desconsolado. El nuevo abad le dijo: "Jordán, nuestro amigo nos
ha dejado huérfanos para ir a reunirse con el Amo a quien
servía; pero tú tienes que seguir comiendo", pero el
león siguió rugiendo tristemente. Finalmente el abad, que
se llamaba Sabacio, condujo al león a la tumba de
Gerásimo y, arrodillándose junto a ella, le dijo:
"Aquí está enterrado tu amo". El león se
echó sobre la tumba y empezó a golpearse la cabeza contra
la tierra; nadie pudo apartarle de ahí y pocos días
más tarde le encontraron muerto.