SAN GALO I DE CLERMONT
14 de mayo
553 d.C.
Natural de
Clermont en Auvernia (Francia), en el seno de una familia distinguida.
Fue curado milagrosamente. Cuando llegó a la edad de contraer
matrimonio, su padre le propuso que se casase con la hija de un
senador. Pero Galo, que había ya resuelto consagrarse a Dios,
huyó de la casa paterna y pidió ser admitido en el
monasterio de Cournon. El abad se negó a admitirle sin el
consentimiento de su padre. No sabemos cómo, el joven se las
arregló para convencer a su padre y fue admitido en la
abadía.
Fue ordenado diácono por san Quinciano, obispo de
Clermont Ferrand, quién le envió como su representante a
la corte del rey Teodorico I. El joven, que poseía una voz
extraordinaria, pasó a formar parte del coro de la capilla de
Teodorico I. Quinciano murió hacia el año 526, y Galo fue
elegido para sucederle en el gobierno de la diócesis.
En el 527, tomó posesión de su sede de
Clermont. Se distinguió por su caridad, humildad y dulzura. La
virtud característica de san Galo era la mansedumbre, como lo
demuestran varios incidentes. En cierta ocasión, un hombre le
golpeó en la cabeza; el obispo no mostró enojo ni
resentimiento alguno sino con su mansedumbre desarmó al agresor.
En otra ocasión, un tal Evodio, que había abandonado el
senado para recibir la ordenación sacerdotal, se dejó
llevar por la ira y trató a su obispo en forma descomedida. San
Galo no respondió una sola palabra; sencillamente, se
levantó de su cátedra y partió a visitar las
iglesias de la ciudad. El hecho conmovió tanto a Evodio, que fue
en busca del santo y le pidió perdón de rodillas, en la
calle. Fue tío y maestro de san Gregorio de Tours. Se
aseguró que en su funeral participaran muchos judíos.