SAN GALGANO GUIDOTTI
30 de noviembre
1181 d.C.
Nació en Chiusdino (Siena), en el seno de la familia de los
Guidotti, ligada por vasallaje a los obispos de Volterra,
señores feudales del lugar; su madre se llamaba Dionisia, y su
padre, Guido o Guidotto, por este nombre su apellido fue: Guidotti.
Según cuenta la leyenda, sus padres que desearon tanto tener un
hijo que se lo pidieron al arcángel san Miguel, pero cuando
nació descuidaron su educación cristiana y tuvo una
juventud tempestuosa, llena de pasiones y vicios.
Parece cierto que
Galgano fue caballero: el acceso a la caballería era natural por
pertenecer a una familia que tenía la función oficial de
tutelar el orden constituido, la mano armada del obispo de Volterra
para la protección del pueblo y distrito de Chiusdino. La muerte
de su padre produjo en él un cambio de vida; su
conversión estuvo rodeada de fuertes experiencias
místicas: se cuenta que el arcángel san Miguel,
patrón de Chiusdino, se le apareció en sueños y lo
convenció para que se enrolase en la "milicia celeste"; siete
días después, también en un sueño, el
arcángel lo acompañó a un templo redondo dedicado
a María y los Doce Apóstoles y le invitó a
construir una iglesia según aquel modelo.
Movido del deseo de
concretar esta invitación celeste, Galgano tuvo que afrontar la
oposición de su madre, que buscó casarlo con una muchacha
de Civitella, un castillo de la Maremma toscana, a la que la leyenda
llamó: Polixena. En 1180, cuando marchaba a conocer a su novia,
en el camino de la Maremma, el caballo de Galgano se paró; no
hubo manera de hacerlo caminar. Galgano pidió al Señor
que lo condujera a un lugar donde pudiera encontrar la paz espiritual.
El caballo comenzó a caminar y lo condujo a la cercana colina de
Montesiepi, donde se paró. Al llegar este lugar, clavó su
espada de caballero en una roca y se retiró a una ermita en el
Montesiepi, donde vivió en silencio, en penitencia y en
oración, a pesar del interés de sus familiares para que
viviera en el mundo, además de las fuertes tentaciones que
sufrió en su soledad.
El ejemplo de nuestro
santo atrajo a muchas personas y, como otras experiencias
eremíticas, también en esta ocasión fue el inicio
de la fundación de una nueva comunidad monástica. En
1181, Galgano visitó al papa Alejandro III y obtuvo la
aprobación de su fundación. Durante su ausencia, tres
personas envidiosas, que la tradición ha identificado con
algunos monjes de la abadía de Serena, atentaron con él,
destruyendo la ermita y destrozando la espada. Por intervención
divina los tres fueron castigados. Quizás por sugerencia del
Pontífice, Galgano se puso en contacto con algunos monjes de la
Orden guillermita, presumiblemente con los del monasterio de San
Salvatore di Giugnano, cercano a Montesiepi. Su experiencia
eremítica duró menos de un año ya que murió
con 30 años en Volterra.
Su vida está llena de
leyendas piadosas que no tienen ninguna originalidad. Los cistercienses
y los agustinos, quisieron apropiárselo y aparece como miembro
de cada una de sus Ordenes. Parece que la comunidad monástica
por él fundada, en el siglo XIII, la casa madre se
adhirió a la Orden cisterciense y las comunidades
sufragáneas a la Orden agustina, de aquí que aparezca
como santo de una de estas comunidades religiosas. En su pueblo natal
todavía existe una confraternidad dedicada a él, fundada
en 1185 y es probablemente la más antigua confraternidad de la
cristiandad entre las hoy existentes. Su tumba fue lugar de
peregrinación y fuente de gracias divinas.
El culto se difundió muy pronto, y ya para 1185 el papa Lucio
III autoriza la creación de una comisión de tres
comisarios para la investigación de la santidad de san Galgano.
Se suele poner ese año como canonización, pero a decir
verdad, no se ha conservado documentación sobre el momento
concreto en que fue canonizado, si es que lo fue formalmente; algunas
biografías indican que fue bajo Urbano III, o incluso bajo
Gregorio VIII, los sucesores inmediatos a Lucio III. Es uno de los
principales patronos de la ciudad de Siena.