SAN FRANCISCO JAVIER
MARÍA BIANCHI
31 de enero
1815 d.C.
Natural de Arpino en el seno de una modesta familia. Desde niño,
tuvo en su madre un vivo ejemplo de caridad, que acogía en su
casa a pobres y enfermos, hasta el punto de casi transformar la casa en
un pequeño hospital. Joven seminarista, encontró en Nola
a San Alfonso María de Ligorio, quién lo encaminó
hacia los barnabitas donde ingresó a pesar de la
oposición familiar a que fuera religioso, no así
sacerdote; antes había iniciado estudios de Derecho en
Nápoles.
Terminados sus
estudios de Filosofía en Macerata y Teología en Roma, fue
ordenado sacerdote en 1767 y encargado de enseñar en el colegio
de Arpino, de donde pasó a Nápoles como profesor
extraordinario de Teología en la Real Universidad y como miembro
de la Real Academia de Ciencias y Letras, ocupando al mismo tiempo el
cargo de prepósito de Santa María in Cosmedín
durante 12 años (1773-1785).
Compuso diferentes
obras ascéticas y literarias, en italiano y latín, que no
llegó a publicar, dedicándose a los más humildes.
En la festividad de Pentecostes de 1800 su vida dio un giro, donde tuvo
un éxtasis ante el Santísimo y se dedicó a la
entrega hacia los pobres, pero pronto su celo apostólico le
valió el título de "Apóstol de Nápoles". Su
apostolado se desarrolló sobre todo en el confesonario, en una
época en que la revolución, la deportación de
sacerdotes, todo un caos que hacía tambalear la fe.
Dirigió espiritualmente a varios siervos de Dios y a la beata
María Francisca de las Cinco Llagas de Nuestro Señor
Jesucristo. El Padre Bianchi desde su confesonario provocó
conversiones, y atrajo hacia si el odio de las autoridades. "Estad
alegres que el Paraiso es nuestro" fue su lema. Se le atribuye a su
intercesión la detención de la lava de la erupción
del Vesubio de 1804, y entre sus profecías la derrota de
Napoleón y el regreso de Pío VII a Roma.
Durante 13 años le aquejó una enfermedad en las piernas
que le dejaron paralítico, pero esto no fue óbice para
que abandonara su misión en el confesionario. Se dedicó a
socorrer a los enfermos y a los pobres; pidió limosna a la
puerta de los ricos para ayudar a los indigentes. Fue canonizado
el 21 de octubre de 1951 por SS Pío XII.