SAN FRANCISCO GIL DE FEDERICH
22 de enero
1745 d.C.



   Francisco Gil de Federic (1702-1745). Nació en Tortosa, en el seno de una familia burguesa. Desde su infancia tuvo inclinación hacia la vida religiosa, y vivió en oración y ascésis. Conoció a los dominicos en Tortosa. A los 15 años, en 1718, ingreso en los dominicos del convento de Santa Catalina en Barcelona, e hizo la profesión al año siguiente. Realizó estudios en el patriarcal colegio de Santo Domingo de Orihuela. Fue ordenado sacerdote en 1727 en Séo de Urgel. Le nombraron maestro de estudiantes en el Estudio General de su propio convento de Barcelona. Con 27 años fue admitido en la Academia Literaria de Barcelona (actual Academia de las Buenas Letras). Pero se sentía más inclinado a evangelizar territorios de misión que a la enseñanza académica. Por ello pidió ser enviado como misionero, aunque intentaron disuadirlo.

   Fue enviado a Filipinas, con escala en México en 1729. Llegó a Filipinas en 1730, y le asignaron la catédra de la universidad, pero el prefirió una acción misional más viva y le enviaron a la provincia de Bataán y después a Pangasinan, donde organizó la misión. Aprendió la lengua de los distintos territorios. En 1733 le trasladaron a Manila con el nombramiento de secretario del prior provincial, pero, dos años más tarde, logró la autorización para misionar en Vietnam. Se dedicó desde el primer momento al estudio de la lengua del país, y durante los primeros años de estancia pudo ejercer con cierta libertad su misión en Luc Thuy. Se preparó con la oración y el estudio. Era extraordinariamente amable y humano con el trato con todos, y entregado hasta límites heroicos. Acudía al lado de los enfermos, aún cuando él estaba también enfermo. Cambió su nombre por uno nativo, y se llamará Cu Te, que significa “sacrificio”.

   Fue arrestado, en 1737, al finalizar la celebración de la Eucaristía; fue apresado por su condición de misionero y le introdujeron en una barca, vio que allí tenían también arrestados a otros cristianos y dijo: “Ya me habéis hecho prisionero a mí, ¿por qué lleváis también presos a éstos? Soltadlos”. Con gran admiración de todos, el jefe los soltó a todos. Sufrió ocho años de cárcel y tormentos, a pesar de ello logró desarrollar una intensa labor apostólica. Se sabe que en solo dos años administró el sacramento de la penitencia a cerca de 3800 personas, bautizó a 112 y dio la unción de los enfermos a 108.

   En una ocasión pusieron un martillo en sus manos para que destrozara una imagen de María con el Niño, y se negó a ello, entonces un bonzo intentó hacerla añicos. El misionero se interpuso y cubrió con su cuerpo la imagen, mientras decía: “!Descarga tus golpes sobre mi¡ ¡Golpéame donde quieras! ¡No ultrajes a mi Dios!”.  Los fieles quisieron comprar su liberación, pero él se negó. Degollado en Checo, junto con  Mateo Alonso Leciniana. Su tumba fue muy venerada. Su memoria se celebra en la diócesis de Tortosa el 23 Enero.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)