SAN FRANCISCO
FERNÁNDEZ DE CAPILLAS
15 de enero
1648 d.C.
Nació
en Baquerín de Campos (Palencia), en el seno de una familia
campesina acomodada. En Palencia conoció a los dominicos en el
Estudio General y allí realizó sus primeros estudios. Se
hizo dominico en el convento de San Pablo de Valladolid, donde se
destacó por su piedad y mortificación. Siendo
diácono, en 1631, fue enviado a China después de que lo
hubiera solicitado. Se destacó por su espíritu de
oración y sus ansias misioneras. Caminó a Sevilla desde
Valladolid; zarpó a Veracruz, en una nave que llevaba a bordo
unos 30 dominicos, con la misma ilusión, donde Francisco
destacó por su alegría, optimismo y comunicación;
en Acapulco cogio unas graves calenturas.
En 1632, llegaron a
Manila, y allí fue ordenado sacerdote. En distintos puntos de
Filipinas inició su ministerio sacerdotal, esperando casi diez
años que lo enviaran a China; estuvo destinado en la provincia
de Cagayan, colaborando en Tocolana, Nasipi, Taban, islas Bubayanes y
otras. Alli se destacó por sus virtudes y dulzura de trato,
suavidad de gobierno y serenidad en las dificultades. El
capítulo provincial de Manila de 1641 decidió su
envío, pero durante unos meses debía dedicarse a aprender
la lengua y las costumbres chinas. Por fin, unos meses más
tarde, embarcó rumbo a Formosa, donde esperaron que llegara la
ayuda de los cristianos chinos que les facilitaron la entrada a Fuchien
o Fujian en 1642.
Trabajó
incansablemente en Fuchien (China) pero, en la provincia nacieron
agitaciones políticas y religiosas porque, en el 1647, hubo una
revuelta popular contra los cristianos, su compañero san
Francisco Díaz ya había muerto mártir y los
tártaros de Manchuria la aprovecharon para sus propios fines.
Las comunidades de la
ciudad de Xeunin y pueblos vecinos, a las que dedicó el resto de
su vida, pronto entendieron porqué los católicos de
Filipinas llamaban aquel misionero español “el santo Capillas”.
El testimonio de una vida santa y la entrega sin reservas a las tareas
misioneras son los dos elementos que definen sus últimos seis
años de su vida en Xeunin.
Cuando se
dirigía a su oculto refugio, después de atender a los
enfermos de Tingteu, Capillas cayó en manos de un
mandarín tártaro que había sido un antiguo erudito
chino que luchaba contra los cristianos; fue encarcelado en 1647. Hizo
someter a Francisco a la tortura “kiakuen”. Ésta
consistía en colocar los pies entre dos tarugos de madera y,
tensando una cuerda enrollada a su alrededor, apretarlos con tal
violencia que los tobillos quedaban totalmente aplastados y se
introducían en el interior del pie. Aún bajo este
sufrimiento Capillas permaneció impasible.
Lo encerraron junto con los condenados a muerte, donde todavía
bautizó a muchos. Francisco fue decapitado en Ting-Ten como
espía. El dominico García, pudo hacerse con su cabeza,
que hoy se guarda en Valladolid. Ha sido proclamado protomártir
de China. Fue canonizado por San Juan Pablo II el 1 de octubre de
2000.