SAN FLORENCIO Y AMANCIO
13 de noviembre
599 d.C.
Florencio nació en Città di Castello. Sus padres murieron
cuanto todavía era joven, estudió Letras y
Teología. Hacia el 542 el obispo lo nombró
diácono. Tiempo después, junto a sus compañeros
san Amancio de Tiferno y Domnino, huyeron a Perugia, porque
Città di Castello estaba asediada por las tropas de Totila.
Aquí el obispo san Herculano, después de conocerle y
apreciado sus dotes lo ordenó sacerdote. En el 544 en Pantalla,
un pueblo en las cercanías de Todi, curó a un endemoniado
con sus oraciones, éste fue su primer milagro.
Después de siete años de asedio de Perugia, la ciudad
cayó por hambre, el obispo san Herculano fue asesinado y
después de algún tiempo se vislumbró un rayo de
paz. Florencio regresó a Città di Castello que la
encontró destruída. Junto a los supervivientes
edificó una fortaleza sobre las ruinas de la ciudad. Fueron
reconstruídas las casas y las iglesias; la ciudad comenzó
una nueva vida. Mientras tanto murió el obispo, el papa Pelagio
por las peticiones de los ciudadano nombró a Florencio obispo de
Cittàdi Castello, Perugia, Italia, de cuya santidad y doctrina
fue testigo el papa san Gregorio Magno; san Amancio de Tiferno fue su
sacerdote, conocido por su caridad para con los enfermos. Florencio fue
un hombre dedicado a la predicación de la Palabra de Dios.
Administró con justicia y caridad. Murió en Pieve de
Saddi y fue asistido por tres obispos, uno de los cuales fue Lorenzo,
obispo de Arezzo.