Guardián
de los objetos sagrados de Santa Sofía y presbítero durante
el pontificado del patriarca san Proclo Magno. Fue patriarca de Constantinopla,
elegido en el 447 por aclamación popular, frente a la candidatura
de Eutiques, -hereje monofisita que sostenía que la naturaleza de
Cristo era de sustancia divina- y favorito de la corte imperial.
El cortesano y eunuco Crisafe, que gozaba de gran favor ante
el emperador Teodosio II, le sugirió que pidiera a Flaviano un presente
como muestra de gratitud por su elevación a la dignidad de patriarca.
El obispo envió al emperador unos panes benditos, según la costumbre
de aquel tiempo, pues el pan era un símbolo de bendición y
comunión. Crisafe hizo saber al santo que el emperador esperaba un
regalo muy diferente y mucho más rico; pero el obispo respondió
resueltamente que las rentas de la Iglesia estaban destinadas a otros usos.
A partir de ese instante, el favorito del emperador decidió acabar
con Flaviano. En efecto, valiéndose de la emperatriz Eudoxia, persuadió
al emperador para que obligase al patriarca a nombrar a santa Pulqueria Augusta,
hermana del mismo Teodosio II, diaconisa de su Iglesia, con lo cual la Corte
se vería libre de la influencia de la santa. Flaviano se negó
a ello, cosa que Crisafe consideró como una nueva ofensa.
Por otra parte, la condenación que Flaviano hizo de
los errores de Eutiques, abad de un monasterio próximo a la ciudad,
acabó de enfurecer a Crisafe. Eutiques, movido de un celo excesivo
por convencer a Nestorio de que había dos personas en Cristo, cayó
en el error de negar que también tuviera dos naturalezas. Esto le
constituyó en jefe de la herejía monofisita. En el Concilio
de Éfeso, reunido por Flaviano en 448, Eusebio de Dorileo desenmascaró
el error de Eutiques; el sínodo condenó como herética
la opinión de Eutiques y le mandó comparecer para justificarse.
El alegato de Eutiques no convenció al sínodo, que le depuso
y le excomulgó. Eutiques apeló entonces a los obispos de Roma,
Egipto y Jerusalén, y escribió una carta al Papa san León
I Magno, quejándose de la forma en que el sínodo le había
tratado y había entendido su doctrina. Pero el Papa no se dejó
engañar. En una carta cuidadosamente redactada que envió a
Flaviano y que se hizo famosa en la Historia de la Iglesia con el nombre
de "Tomo" o "Carta Dogmática," san León definió
la fe ortodoxa sobre los principales puntos de la discusión. Un nuevo
concilio confirmó las decisiones del sínodo anterior.
Crisafe, humillado pero no vencido, trató de conseguir
sus fines por otros medios. Así pues escribió a Dióscoro,
sucesor de san Cirilo en la sede de Alejandría, prometiéndole
su amistad y apoyo a condición de que se constituyera en defensor
de Eutiques contra Flaviano y Eusebio. Dióscoro aceptó la proposición
y ambos se valieron de la emperatriz Eudoxia, la cual pensaba que, haciendo
daño a Flaviano, molestaría a su cuñada santa Pulquería,
a la que detestaba, Eudoxia logró persuadir a Teodosio de que convocara
a un concilio en Éfeso. El emperador invitó a Dióscoro
de Alejandría a presidir el concilio; con él acudieron algunos
obispos africanos y un grupo de laicos. A lo que parece, se trataba simplemente
de una banda organizada de malhechores. Al concilio fueron también
otros obispos de oriente, y san León envió delegados. Esta
asamblea se conoce como "Latrocinio" de Éfeso, en el 449, como la
llamó más tarde san León a causa de las violencias a
que dio lugar. Eutiques estuvo presente, así como dos oficiales
del emperador, acompañados por un fuerte contingente de soldados.
Las deliberaciones, en las que predominaban los partidarios de Eutiques,
se desarrollaron en un ambiente de violencias, se impidió a los legados
papales que leyesen las Cartas de san León al concilio
y se terminó, en medio del mayor desorden, con la sentencia de deposición
de Flaviano y Eusebio, a pesar de las protestas de los legados del Papa.
Cuando Dióscoro empezó a leer la sentencia, varios obispos
pidieron a gritos que se callase. Dióscoro interrumpió la lectura
y dio voces para llamar a los enviados del emperador, Elpidio y Eulogio.
Estos mandaron al punto que se abrieran las puertas de la iglesia y Proclo,
el procónsul de Asia, entró escoltado por soldados y seguido
por una multitud armada con palos. Esta incursión intimidó
tanto a la asamblea, que prácticamente ningún obispo tuvo el
valor de negarse a firmar la sentencia, excepto los legados papales que se
retiraron decepcionados.
Flaviano hizo una apelación al Papa san León
y a otros obispos del occidente, y entregó sus cartas a los legados
papales. Pero cuando se disponía a abandonar la sala en medio del
tumulto que siguió a la asamblea, la turba le derribó y, según
cuentan Dióscoro y el abad Barsumas, fue tan salvajemente golpeado
a puntapiés por los soldados y malhechores, que murió poco
después, no en Éfeso (como suponen algunos autores) sino en
Hypaypa de Lidia, donde había sido desterrado.
El triunfo de Crisafe fue de corta duración. El emperador
murió al año siguiente y Marciano mandó ejecutar a Crisafe.
Santa Pulquería, la esposa de Marciano, mandó llevar a Constantinopla
el cuerpo de san Flaviano para que fuera sepultado, con gran pompa en la
sede episcopal, junto a sus predecesores. El Concilio de Calcedonia que tuvo
lugar en 451, reivindicó su memoria, restituyó a Eusebio de
Dorileo y depuso y desterró a Dióscoro de Alejandría.