SAN FIACRO DE BRIE
670 d.C.
30 de agosto
Anacoreta
irlandés, que se expatrió a Francia, como una forma de
hacer penitencia. Junto a su eremitorio, cuyos terrenos se los
donó san Farón, obispo de Meaux, erigió un
hospital para peregrinos y fundó la abadía de Breuil.
Después de su muerte, el lugar fue un monasterio, que
luego se convirtió en un pueblo: Saint-Fiacre-en Brie, cerca de
Meaux. La tradición narra que el obispo le habría donado
tanto terreno cuanto él pudiera circunscribir en una jornada de
trabajo. Otras fuentes dicen que el terreno estaba en un bosque, y que
a la llegada de Fiacro todas las plantas florecieron.
Recibió las órdenes sagradas de manos de san
Gislenio. Conforme señala la leyenda, tuvo una destreza
excepcional en la obtención de apetitosas hortalizas y
primorosas flores, cultivadas en su huerta. Una mujer llamada
Houpdée, llevada por la envidia al observar los logros obtenidos
por Fiacro, no vaciló en acusarle de dedicarse a la
hechicería, y san Farón se ocupó del caso, ante
quien no tuvo problemas para justificarse. Se dice que Fiacro, durante
varios días, permaneció sentado sobre una gran piedra que
había frente a la iglesia esperando ser atendido por su
superior, piedra que al cabo de un tiempo se reblandeció
conservando la huella de los glúteos del santo. A partir de
entonces, la leyenda asegura que todo hemorroidario que se ubique sobre
la piedra resultará curado de su mal, siempre y cuando no le
abandone la fe. Los restos mortales de san Fiacro se conservaron en la
capilla del monasterio de St-Fiacre-en-Brie hasta 1568, cuando fueron
transferidos a la catedral de Méaux, donde se resguardan hasta
el día de hoy.
Durante la Edad Media y Edad Moderna, su popularidad
alcanzó grandes cotas, de manera que la reina Ana de Austria,
imploró sobre su tumba la protección del delfín
Luis XIV, ya que ostentaba el patronazgo contra ciertas enfermedades
como las fístulas, hemorroides, sífilis... Sobre todo es
conocido porque es el patrón de los jardineros y hortelanos.