SAN FELIX DE GERONA
1 de agosto
304 d.C.
Diácono. Era
natural de Mauritania. Dejó a su amigo san Cucufate en
Barcelona, desembarcó en Gerona para predicar el cristianismo y
estudiar las artes liberales, pero la cruel persecución de los
cristianos le obligo a defender su causa. Mártirizado con un
peine de puntas aceradas que lo desgarraron, durante la
persecución de Diocleciano, por el prefecto Daciano.
Según José Ros y Raguer (“El Testigo Fiel”):
“Parece claro que San Félix no perteneció a la
clerecía, ni desempeñó algún ministerio
sagrado. Era un simple seglar que se convirtió en misionero. Su
fervor era tan grande, que no dudó en abandonar su tierra natal,
su familia y sus riquezas, para testimoniar su fe en Cristo, para
ayudar a nuestros antepasados en la fe a permanecer fieles ante la
persecución, incluso hasta entregar su vida y ser con ello
simiente de nuevos cristianos. Pronto la fama de su martirio se
extiende por toda la cristiandad, y cien años después el
primer gran poeta cristiano, Prudencio, en su “Peristephanon”,
el libro de los mártires, le citará diciendo: “La
pequeña Gerona, rica en cuerpos santos,/ mostrará los
venerables restos de San Félix.”