SAN EZEQUIEL MORENO
DIAZ
1906 d.C.
19 de agosto
Nació en Alfaro (La Rioja), hijo de una humilde familia, su
padre era sastre. Desde muy joven quiso ser misionero en Filipinas.
Ingresó en la Orden de los Agustinos Recoletos en Monteagudo
(Navarra). En el 1869 fue enviado como misionero a Filipinas donde
recibió la ordenación sacerdotal en Manila (1871). La
integridad de su vida, su amor a los enfermos y su ardor por la
difusión del evangelio le ganaron la estima de sus superiores,
que a los 24 años le confiaron la delicada tarea de misionero y
capellán castrense de una expedición militar a las islas
de Palawan. Allí demostró su celo apostólico.
También estuvo en Mindoro (1873-76) y Luzón (1876-85).
Las fiebres le obligaron a volver a Manila.
Fue nombrado prior del convento de Monteagudo en 1885, y
después de su mandato, que fue eficaz, y donde se
demostró su celo fue en la carestía de 1887 (llegó
a socorrer diariamente a unos 400 pobres). Luego se ofreció como
voluntario para restaurar su congregación en Colombia.
Llegó a Bogotá en 1889 como superior y allí
comenzó a trabajar en la restauración de la observancia
religiosa; pronto fue conocido por su celo apostólico en los
poblados de Los Llanos. En 1893 se le nombró Obispo titular de
Pinara y vicario apostólico de Casanare, y en 1895 se le
nombró Obispo de Pasto; cuando se le comunicó la noticia
le vino a la mente una pregunta angustiante: "¿Me habré
hecho indigno de sufrir por Dios, mi Señor?". Una de sus
principales tareas fue la visita pastoral de su amplísima
diócesis. No dio descanso en promover toda obra buena. Estas
visitas fueron siempre largas y extenuantes. El clima, los caminos, las
posadas, los traslados agotadores... A veces regresaba con la salud
quebrantada. En Pasto dio gran impulso a las misiones populares y a la
instrucción religiosa.
Con frecuencia predicaba y se sentaba a confesar.
Visitó los seminarios, el orfanato, el hospital, la
cárcel. Con un grupo de jóvenes formó un instituto
religioso femenino dedicado a la enseñanza de la doctrina
cristiana a los analfabetos. Un cuidado muy especial lo dedicó a
los pobres, a los enfermos y a las monjas de clausura. Y fue sobre todo
un misionero, y tuvo una especial devoción al Sagrado
Corazón, la eucaristía y María.
En su nueva misión le esperaban situaciones mucho más
difíciles y amargas: humillaciones, burlas, calumnias,
persecuciones e incluso el abandono de parte de sus superiores
inmediatos. "Su profunda vida espiritual, siempre en tensión
hacia Dios, su amor a la contemplación atrajeron en torno a
él a un grupo de almas escogidas, a las que él
guió con sabiduría".
Con ocasión de una polémica suscitada en
torno a su persona presentó su renuncia, para evitar "disgustos
y conflictos" y para salvaguardar la fama de "un hermano del
episcopado" pero el Papa León XIII no se la aceptó, y
volvió a su diócesis donde le esperaban nuevas
persecuciones y los horrores de una guerra civil. Tuvo que regresar a
España a causa de un cáncer de nariz y boca, enfermedad
que sufrió con gran heroicidad, ya que tuvo que ser operado sin
anestesia. Murió en Monteagudo.