Nació
en los últimos años del siglo XI en Limoges, Aquitania,
Francia. Desde pequeño hizo grandes penitencias, y parece ser
que la concupiscencia que padecía, le hizo ser más
radical, como la de sumergirse en agua fría, sobre todo en
invierno.
Fue ordenado
sacerdote, pero lo suyo no era la vida en la parroquia y junto a otro
sacerdote, llamado Pedro, se retiró al bosque de Obacina
(Limousin, Francia); para llevar una vida eremítica, dedicada a
la oración y al ayuno, pero en esta soledad no estuvieron mucho
tiempo. El día de la partida, ofrecieron una fiesta a sus amigos
y distribuyeron todos sus bienes entre los pobres.
Como muchos
discípulos decidieran unirseles obtuvieron del obispo de
Limoges, el permiso de construir un monasterio y de celebrar los
sagrados misterios a condición de que se atuviesen a las reglas
tradicionales. Como se sabe, los monasterios de los ermitaños no
consistían en un edificio propiamente dicho, sino en una serie
de cabañas, en cada una de las cuales habitaban uno o dos monjes.
La austeridad de la
comunidad de Obazine era extraordinaria y, aunque San Esteban era
bondadoso y amable por temperamento, urgía con gran rigor la
observancia. Los monjes pasaban el día en la oración, la
lectura espiritual, el trabajo manual y nunca comían antes de la
caída del sol. San Esteban no se consideraba superior a los
otros y participaba, como el último de los monjes, en el trabajo
de la cocina y en el acarreo del agua. El monasterio no necesitaba
ninguna regla escrita, pues san Esteban era la regla viviente, pero
tuvieron que elegir abad, pero ni Pedro ni Esteban querían, cada
uno quería que fuese el otro, hasta que un día
pasó por allí un prelado que eligió a Esteban, que
no tuvo más remedio que aceptar los planes de Dios.
Fundaron otros
monasterios, Esteban fundó también un convento de
mujeres, casi tan estricto como el de los hombres y pronto hubo en
él 150 religiosas. Se decía que vivían tan
separadas del mundo y con tal frugalidad, que los únicos lazos
que las ataban a la tierra eran los que no podían cortar sin
atentar contra la vida.
Al cabo de
algunos años, san Esteban, temiendo que la disciplina se
relajase después de su muerte, por falta de constituciones
escritas, pidió al monasterio cisterciense de Dalón que
enviara a algunos monjes a su comunidad para instruirla en las reglas
de la orden. En 1142, el propio san Esteban tomó el
hábito del Císter y el obispo de Limoges le
consagró abad. Su muerte ocurrió doce años
más tarde. Tiene culto local.