SAN EQUICIO
11 de agosto
571 d.C.
En su
juventud fue acosado, con extremada violencia, por las tentaciones de
los sentidos, por lo que realizó, con gran afán,
ejercicios de penitencia y oración. Según la leyenda, una
noche tuvo un sueño, en el que Dios le envió un
ángel que lo castró. A partir de entonces se
encontró tan libre de cualquier tentación corporal, que
parecía que no tenía sexo. Coetáneo de san Benito
de Nursia, fundó varios monasterios en la provincia de Valeria
(Roma) de los que fue abad y, en todos los lugares que visitó,
siempre enseñó la verdad de la Escritura; sus monjes, a
semejanza de los benedictinos, se dedicaron a las labores del campo y
eran verdaderos solitarios. Todo lo que sabemos de él se
encuentra en los “Diálogos” de san Gregorio Magno.
Alonso de Villegas, en su “Flos Sanctorum” (1594), en el
capítulo “Discurso de Compañía provechosa para
buenos y dañosa para malos”, pone la siguiente anécdota:
“Basilio, hechicero y mago, por librarse de la muerte que se daba en
Roma a los de su trato, con fingimiento e hipocresía se
vistió hábito de monje y llegóse al obispo de
Amirtina. Éste le llevó a Equicio, abad en un monasterio
de la provincia de Valeria y varón santo y rogó le
tuviese consigo. Puso en él Equicio los ojos atentamente, y dijo
al obispo: “¿Este hombre, señor, me encomiendas? Sabe que
no es monje, sino demonio". El obispo replicó: "Dices eso para
no hacer lo que te ruego". A lo que el abad respondió: "Digo lo
que él es, y para que no parezca que niego tu petición,
lo recibiré".
Pasaron algunos días, y estando ausente del
monasterio Equicio, sucedió que en otro monasterio de monjas
sujetas a él cayó enferma una de ellas muy joven y de
gran hermosura. Parecía que se iba a morir, pedía a voces
que le llevaran allí Basilio Monje, que él sólo
podía curarla. Avisaron de esto al abad Equicio, el cual
dándose cuenta del engaño, y de que el fingido monje
Basilio era causa de la enfermedad de aquélla monja y que
pretendía su deshonra, mostrando en su rostro dijo: -Ya
había dicho yo que en los hechos, éste era más
demonio que hombre; id y echadle del monasterio. Y de la monja no os
preocupéis, que luego quedará sana. Echaron al
hipócrita de la congregación y sanó la religiosa.
Al tiempo que salió Basilio del monasterio, dijo,
oyéndolo muchos monjes: -muchas veces he levantado con arte
mágica este edificio y casa en el aire, y nunca he podido hacer
daño alguno, porque la santidad de Equicio me lo impide”.