SAN DOSITEO DE GAZA
19 de febrero
530 d.C.
Cuenta
una antigua biografía que en su juventud fue soldado, y que
recorriendo Tierra Santa, hallándose en Getsemaní le
impresionó un cuadro que representaba los tormentos del
Infierno; así se convirtió a los grandes ideales de
perfección religiosa y se hizo monje en Gaza cuando era
abad Seridio. "Quiero salvarme, Padre. Quiero ser monje y la
Virgen María me ha encaminado hacia este monasterio para que vos
me ayudéis a conseguir mi salvación que es el
único negocio que ahora me interesa".
San Doroteo de Gaza
fue encargado de su formación. Este gran maestro no le introdujo
de lleno en la práctica de la regla como a los demás
monjes (que ya llevaban varias decenas de años en el
monasterio); fue poco a poco: una vez le prohibió una cosa, otra
vez le mandaba otra. Luego le corregía en algo que no ha hecho.
Después le premiaba un detalle en el que Dositeo no ha
caído... Las raíces de la humildad que intenta inculcarle
tenían que ser muy hondas.
Le nombraron enfermero
del monasterio. Allí ejercitó la caridad de forma
admirable. Su débil salud le impidió ayunar y esto
escandalizó a sus hermanos monjes, pero el abad le
consideró un gran santo porque había renunciado
completamente a la propia voluntad.
San Doroteo intentó privarle de las cosas más
imprescindibles: de sus instrumentos de trabajo para que su
desprendimiento fuera total. Le sometió a las más duras
pruebas de obediencia y anonadamiento. Hasta en las cosas más
sencillas y vulgares debía procurar olvidarse de sí mismo
y renunciar a ellas por voluntad de Dios... Cuando se sintió
enfermo y le pidió permiso al nuevo abad que era Doroteo para
poder morirse. Este le contestó: "Vete ya, amado de mi alma, y
ruega a su Majestad por todos nosotros...". Ha quedado como modelo de
abnegación de la propia voluntad en la vida de los religiosos
contemplativos.