SAN DAVID
GALVÁN BERMUDEZ
30 de enero
1915 d.C.
Nació en Guadalajara (Jalisco, Méjico); era hijo de un
obrero cristiano ejemplar. Estudio en la escuela de la Sociedad
Católica y en 1895 ingresó en el seminario de
Guadalajara; pero le sobrevino una crisis espiritual y dejó el
seminario y estuvo trabajando casi tres años en una
zapatería; se volvió alcohólico y pendenciero.
Trabajaba como maestro de escuela cuando fue encarcelado por golpear a
uno que bailaba con su novia. Esto le hizo cambiar de vida,
volvió al seminario y fue ordenado en 1909.
Hasta 1914 fue
profesor de varias asignaturas en el seminario al tiempo que regentaba
la capellanía del hospital de San José del Orfelinato de
la Luz. En 1914 fue nombrado párroco de la iglesia de
Amatitán durante la revolución de Carranza. Aquí
una tropa al mando del teniente Vera, compañero de escuela, lo
detuvo y lo envió a la cárcel de Escobedo de donde
saldrá al poco tiempo. Su caridad para con los pobres y los
trabajadores le hizo organizar y ayudar al gremio de zapateros, oficio
que ejerció al lado de su padre. Defensor de la santidad del
matrimonio, ayudó a una jovencita perseguida por el coronel
Vera, quien ya casado pretendía contraer matrimonio con ella.
Esto le acarreó al padre Galván la enemistad del teniente
que, al final, se convirtió en su verdugo. En 1915 hubo en el
centro de Guadalajara un enfrentamiento entre villistas y carrancistas,
y en las calles quedaron varios heridos y muertos.
Al enterarse el padre Galván, buscó un compañero
que le ayudara (el padre Araiza) y se fueron a auxiliar a los
caídos. En el camino un grupo de militares los prendieron y les
hicieron comparecer ante el teniente Vera donde ordenó que los
fusilaran. Los condujeron al Hospital Civil donde fusilaron sólo
al padre Galván, pues aunque consiguió su
liberación, la orden llegó tarde. Sus últimas
palabras las dirigió a los soldados encargados de fusilarlo:
“Hoy nos vamos a comer con Dios”. Sus restos se conservan en la
parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Guadalajara. Fue
canonizado por SS Juan Pablo II el 21 de mayo de 2000.