SAN CRODEGANDO DE METZ
6 de marzo
766 d.C.
Nació en Hesbaye, cerca de Lieja (Bélgica) en el seno de
una noble familia de Austrasia. Pariente de Pipino el Breve. Tras
recibir una cuidada instrucción en la abadía de
Saint-Trond, fue llamado a la Corte y en el 737 nombrado ministro de
Carlos Martel y obispo de Metz (742). Parece que hablaba el
latín con la misma fluidez que su propia lengua. Era de estatura
imponente y su gracia y buenas maneras le hacían agradable a
todos.
Como obispo, supo
combinar la virtud y la sagacidad con gran éxito; en todos los
asuntos se valió de su gran influencia para promover la justicia
y el bien público. Sus biógrafos alaban su caridad sin
límites y la especial solicitud que mostró por las viudas
y los huérfanos. Desempeñó un papel predominante
en casi todos los acontecimientos importantes de su tiempo y
participó en varios concilios. Apoyó el golpe de estado
de Pipino el Breve en el 751. Fue nombrado embajador de Pipino en Roma
en el 753, escoltó al papa Esteban II a Saint-Denis. Crodegango
fue un factor preponderante en la coronación de Pipino en el
754, la derrota que éste infligió a los Lombardos en
Italia y en la entrega del exarcado de Ravenna y otros territorios a la
Santa Sede.
A
la muerte de San
Bonifacio en el 755, recibió el palio y la dignidad de
arzobispo; con este título aparece como uno de los principales
artífices de la política de “reforma” religiosa de
comienzos del período carolingio. Habiendo contribuido en esta
forma a establecer, sobre una base firme, el Papado y la
supremacía de los francos en Italia, san Crodegango pudo
consagrarse de lleno a los asuntos espirituales de su diócesis.
La relajación de las costumbres en aquella época no
dejaba de afectar también al clero. Muchos clérigos
estaban mezclados en asuntos mundanos y los jóvenes no
recibían una preparación adecuada en materia de ciencia y
disciplina. San Crodegango empezó la reforma por su propia
ciudad y su catedral, publicando una serie de cánones, basados
principalmente en las reglas de san Benito. Ordenó que tanto el
alto como el bajo clero habitase en comunidad, ateniéndose a la
regla, y obligó a todos a asistir al oficio divino. El
código de san Crodegango, que ha llegado hasta nosotros, estaba
dividido en treinta y cuatro capítulos. Las diversas comunidades
estaban obligadas a leer, cada día, un capítulo; por
ello, dichas reuniones recibieron el nombre de
«capítulos» y, los participantes se empezaron a
llamar «capitulares»; se llamó
«canónigos» a todos aquellos a quienes obligaban los
cánones o reglas episcopales; como los conventuales
tenían sus propias reglas, se les llamó
«regulares». La fama de san Crodegango hizo que su reforma
se propagara rápidamente a otras diócesis, hasta llegar a
oídos de Carlomagno. El emperador determinó que todos los
clérigos fueran o «canónigos» o
«regulares». De esta suerte, la influencia que tuvo el
santo en el movimiento «regular» que se extendió por
Francia, Alemania, Italia y la Gran Bretaña fue muy notable.
Presidió los concilios de Ver (755), Verberie (756),
Compiègne (757) y Attigny (762). Además introdujo la
liturgia y los cantos romanos en su diócesis y en la Europa
septentrional. Fundó las abadías de Gorze, cerca de Metz,
y de Loch, en Renania. Murió en Metz y fue sepultado en Gorze.