SAN CRISTOBAL
25 de julio
258 d.C.
Debe
afirmarse la existencia histórica de un mártir llamado
“Cristóbal”, de origen oriental, que murió en
Samón, Licia, durante la persecución de Decio,
según el “Martirologio Jeronimiano”. El “Martirologio
Romano” dice: “En Licia, san Cristóbal,
mártir, el cual, en el imperio de Decio, magullado con varas de
hierro y preservado por la celestial virtud de Cristo de la voracidad
de las llamas, finalmente acribillado a saetas y cortada la cabeza
consumó el martirio”.
Dicen que nació
en Siria o Palestina y que fue bautizado por san Babilás de
Antioquía; otros dicen que era hijo de un rey cananeo. Se
llamaba Adocino, Relicto o Réprobo, este último nombre es
porque pertenecía a la raza de los fabulosos cinocéfalos,
es decir, los seres humanos con cara de perro, pero al ser bautizado se
le cambió la cara de perro por la cara normal.
Sobre él se ha
escrito una leyenda: se le representa como un hombre apuesto, de
estatura colosal, con gran fuerza física, y tan orgulloso que no
se conformaba con servir a unos amos que no fueran dignos de él;
primero al rey más poderoso de la tierra (el emperador
Gordiano), pero al advertir que éste tenía miedo al
diablo, se puso al servicio de Satán. Defraudado una vez
más, puesto que a la vista de una cruz en el camino bastó
para derrotar al diablo; y por indicación de un ermitaño,
se comprometió a servir a Cristo crucificado.
¿Quién podría ser este ser que después de
muerto aterroriza hasta el mismo diablo? Se acercó a la orilla
de un río, donde ayudaba a pasar a los viajeros para que le
informasen por unas monedas quién era ese Cristo; y al mismo
tiempo ayudarles, ya que un ermitaño le había dicho que
Cristo ayudaba a los pobres, hasta que un día cruzó a un
niño, a quién no le preguntó, y la travesía
se le hizo pesadísima y se ahogaba, y entonces se dio cuenta que
llevaba en sus hombros al universo entero. El niño le dijo: “No
sólo llevas el mundo, sino a su creador; a partir de ahora te
llamarás Cristóbal”. Por fin había encontrado a
quién buscaba. La palmera que usaba como bastón dio
frutos y ese fue el milagro de que era a Cristo a quien portaba. Luego
fue encerrado en una cárcel con dos prostitutas para que lo
sedujeran: santas Niceta y Aquilina, pero fue el quien las
convirtió y murieron, como él, mártires. Fue
apresado y martirizado, donde la leyenda se ceba en todo lujo de
tormentos. Patrón de Braunschweig, Hildesheim, Stuttgart y
Würzburgo.