SAN CRISPÍN DE
VITERBO
19 de mayo
1750 d.C.
Nació en Viterbo en el seno de una familia humilde, y se llamaba
Pedro Ubaldo Fioretti. Pronto se quedó huérfano de padre
y tuvo la ayuda de un tío suyo que le hizo estudiar la escuela
elemental con los jesuitas; después trabajó como aprendiz
de zapatero. Después de una procesión pidiendo la ayuda,
ante la vista de los novicios capuchinos, ingreso en 1693 en los
capuchinos del convento de Palanzana como hermano lego (al tomar el
hábito eligió el nombre de Crispín) y fue
encargado de la cocina en los conventos de Viterbo, Tolfa, Roma y
Albano; amaba definirse como "la pequeña bestia de los
capuchinos".
Durante casi cuarenta años, estuvo dedicado a
mendigar al servicio de su convento de Orvieto. Su afabilidad era
conocida de todos. “El que ama a Dios con pureza de corazón
-solía decir- vive feliz y muere contento”. Mantuvo una
disponibilidad heroica para con los hermanos y pobres; ofrecía a
todos ayuda material y espiritual. Realizó una verdadera
catequesis itinerante. Repetía con frecuencia: “El poder de Dios
nos crea, su sabiduría nos gobierna, la misericordia nos salva”.
Tuvo correspondencia con todo tipo de personas y condición
social y mantuvo una estrecha amistad con el papa Clemente XI y san
Felix Cantalicio. Fue un gran asceta, pero siempre alegre y un gran
amante de María.
Murió de una corta enfermedad en Orvieto
después de un viaje a Roma, tras lo cual llegó una turba
de devotos deseosos de verlo y de tener alguna reliquia suya. Los
milagros se multiplicaron. Fue beatificado en 1806 por Pío VII y
canonizado por SS Juan Pablo II el 20 de junio de 1982; fue la primera
canonización de este Papa.