SAN CLEMENTE
MARÍA HOFBAUER
15 de marzo
1820 d.C.
Se
llamaba Jan Dvorak (“Hofbauer” en alemán) y nació en
Tasswitz, en la Moravia, que entonces pertenecía al Imperio
austriaco (hoy República Checa); era hijo de un carnicero checo
y de madre alemana. Tuvo que ganarse la vida con ocupaciones muy
diversas, entre ellas la de panadero en el monasterio premostratense de
Bruck, después de hizo ermitaño y durante una
peregrinación, con su amigo Pedro Kunzmann, a Roma
recibió el hábito de recluso de manos del obispo de
Tívoli, el futuro Pío VII, que le cambió el nombre
por el de Clemente María. Más tarde volvió a
Viena, siendo todavía ermitaño, e hizo estudios de
pastoral en la Universidad.
En 1784 Clemente
ingresó en Roma en los redentoristas, convirtiéndose
así en el primer redentorista austriaco. Fue ordenado sacerdote
en 1785 despues de hacer su profesión religiosa. Junto con su
compañero Tadeo Hübl, intentáron trasplantar la
Orden a Austria. Les destinaron a Varsovia, donde vitalizó un
ambiente espiritual muy mortecino ocupándose
solícitamente de los fieles polacos y de la nutrida colonia
alemana; convirtió a muchos, fundó asilos, colegios y
asociaciones religiosas; fundaron en 1787 la iglesia de San
Bennón, la primera iglesia redentorista fuera de Italia. En
1788, se le nombró vicario general del superior residente en
Italia. La labor que ejercieron los redentoristas en Varsovia fue
impresionante, y la prensa en sentido despectivo los conocía
como los “bennonitas” por eso no es de extrañar que en 1808,
Napoleón deshiciera toda su labor dispersando a los suyos e
incluso encerrándole en la cárcel. "Lo que nos parece una
contrariedad nos lleva hacia donde quiere Dios", decía.
Inició muchos propósitos en un primer momento con gran
éxito, pero siempre acababa viendo fracasar sus empresas.
Marchó a Viena, donde pasó de oscuro capellán de
unas monjas ursulinas a convertirse en uno de los hombres más
influyentes de la ciudad en la que se celebraba el Congreso de Viena
para la restauración de la monarquía absoluta. Altos
personajes le consultaron, mitigó la entrometida política
del josefismo en asuntos de Iglesia y se reunieron a su alrededor
intelectuales, artistas, estudiantes y profesores, núcleo de un
romanticismo católico (Schegel, el poeta Brentano, el pintor
Overbeck, Zacarías Werner). Fue sobre todo el sacerdote humilde
del confesionario y del púlpito, de las visitas a los pobres y
agonizantes, de la caridad y la plegaria. Estuvo durante años
vigilado y espiado por la policía; todavía en su lecho
mortuorio le obligaron a firmar su extradición. Murió en
Viena donde lo llaman el “portaestandarte de Dios y apóstol de
Viena”; le contaron entre los tres hombres más importantes de su
tiempo, junto con Goethe y Napoleón. Escribió: “La
Crisis de la conciencia europea”; “Ilustración”. “Romanticismo”.
“Revolución Francesa”. “Guerras napoleónicas”.
“Congreso de Viena”. “Restauración europea”. Un
més después de su muerte, el emperador Francisco
autorizó personalmente la Orden de los Redentoristas en Austria.
Fue canonizado el 20 de mayo de 1909 por San Pío X.
Patrón de Viena y la diócesis de Brünn.