A los 22 años,
ingresó en el monasterio de San Marón en Annaya de la
orden maronita libanesa baladita, donde fue ordenado sacerdote en 1859.
Tomó el nombre de Charbel (Sarbelio). Era muy obediente: un
día fue encargado de limpiar la alcantarilla, y le eximieron del
coro para que pudiera terminar su trabajo; Charbel trabajó de
día y de noche sin comer apenas. Un hermano le advirtió
que era una pena que hubiera dejado la oración, y él le
contestó: "No hermano, la parte espiritual no ha sufrido nada,
porque durante mi trabajo no dejaba de orar, y pude observar que con la
oración, mis fuerzas, en vez de disminuir, crecían cada
vez más".
En 1875, se hizo ermitaño, y llevó
una vida sencilla y austerísima en una desnuda celda que muchos,
entre ellos musulmanes, visitaban para pedir sus consejos, oraciones y
su bendición. Su virtud más característica fue,
además de la obediencia, su gran amor hacia la
Eucaristía.
Se
ofreció todos los días de su vida, y el Señor se
lo llevó consigo al
terminar la consagración de su Misa de Nochebuena: el 16 de
diciembre
de 1898 estaba celebrando la misa hacia las once de la mañana,
cuando
le sobrevino un ataque de parálisis en el momento de la
consagración.
Murió el 24 de diciembre y sus restos reposan en el monasterio
de San
Marón, actual meta de peregrinaciones y milagros
incesantes.
Al
abrir la fosa donde estaba enterrado san Sarbelio y otros cincuenta y
dos monjes por motivo de una inundación, encontraron su cuerpo
incorrupto, y un líquido rojizo saliendo de su cuerpo. Por
cincuenta y
cuatro años consecutivos fue desenterrado el cuerpo de san
Sarbelio y
siempre se veía el cadáver tan fresco como si estuviera
dormido. Aunque
un médico retiró finalmente todos los órganos del
cuerpo, el flujo de
sangre no paraba. Con la unción de este líquido, se
dieron muchísimas
curaciones milagrosas, y no sólo del cuerpo sino del alma:
pecado,
indiferencia, odio e incredulidad.Entre los maronitas se le conoce por
Mar Charbel, Mar = santo. Fue canonizado el 9 de octubre de 1977 por el
Papa Pablo VI.