SAN CARLOS BORROMEO
4 de noviembre
1584 d.C.
San Carlos
Borromeo, en
Milán, Cardenal y Obispo de esta ciudad; el cual esclarecido en
santidad y milagros, fue canonizado por paulo V. Hijo del conde de
Arona, Gilberto Borromeo y de Margarita de Médicis, hermana del
futuro Pío IV. Nació en el castillo de Arona junto al
lago Mayor y a los 7 años fue destinado a la carrera
eclesiástica, fue tonsurado y obtuvo en encomienda la
abadía de los Santos Gratiniano y Felino, en Arona, feudo
familiar, y después otros beneficios eclesiásticos; a los
14 años entró en la universidad de Milán, donde se
doctoró en Derecho civil y canónico en la de
Pavía. Fue un hombre como muchísima limitaciones humanas:
tímido, silencioso, con un defecto en el habla que nunca
llegó a superar, lento en el razonar y con escasa
simpatía natural, pero con una gran ascesis personal
consiguió vencer sus dificultades.
Sufrió el nepotismo de los papas, su
tío Pío IV le hizo cardenal diácono del
título de Santa Práxedes y secretario de estado a los 22
años, sin ser sacerdote. En esta época era un joven
piadoso, que no quería ser sacerdote, sino ser un joven
preocupado por el honor de la familia, por ello casó a su
hermano Federico con Virginia de la Rovere, hija del duque de Urbino, y
a su vez pariente de varios papas anteriores. En Roma fundó la
Academia de las Noches vaticanas (1562-1565), lugar de eruditas
discusiones en las que se trataron temas de las Escrituras y de los
Santos Padres.
En 1562, tras la muerte de su hermano, desmintiendo
rumores que auspiciaban su vuelta al mundo para hacerse cargo del
título nobiliario y de continuar una familia, demostró su
opción irrevocable, y a los 24 años se hizo ordenar
sacerdote. Fue su conversión, al contemplar la futilidad del
mundo. Se puso bajo la dirección espiritual del jesuita Juan
Bautista de Ribera y trabó amistad con el beato Bartolomé
de Braga, arzobispo de Braga. Fue nombrado al mismo tiempo arzobispo de
Milán (con la obligación de permanecer en Roma),
además de administrador de las legaciones de Bolonia,
Romaña y más tarde en Las Marcas. Pero en la Curia romana
empezó enseguida a condenar los abusos y excesos,
ganándose muchas enemistades. En 1565 entró en
Milán como cardenal arzobispo (hacía 80 años que
ningún obispo milanés había ocupado la sede), y
allí impuso las directrices del concilio de Trento. "Las almas
se ganan con las rodillas", solía decir. Terminado el concilio
trabajó estrechamente desde la Congregación del concilio
para la reforma del clero a quien ayudó su íntimo amigo
san Felipe Neri; influyó en su tío para que en el
último consistorio nombrase cardenales sólo a personas de
conducta ejemplarmente religiosas. Tuvo permiso del papa san Pío
V (al que él mismo había ejercido un fuerte papel para
que se elevara al trono de Pedro a este dominico) para residir en su
diócesis de Milán, como tanto deseaba. Inició las
reformas establecidas en el Concilio de Trento: suprimió
parroquias en las ciudades y las erigió en los campos.
Fomentó los vicariatos rurales y reformó el clero.
Fundó el seminario mayor y varios menores. Fundo la
Congregación de los Oblatos de San Ambrosio (colegio de los
Borromeos), congregación de sacerdotes seculares, para que
fuesen los directores de los seminarios. Dio la primera comunión
a san Luis Gonzaga.
Nombrado en 1560, protector de la nación
suiza, hizo visitas pastorales para reprimir los abusos y restablecer
la disciplina eclesiástica. Y como tenía
jurisdicción igualmente sobre tierras vénetas, genovesas
y novaresas (además de las milanesas), tuvo que visitar
innumerables parroquias, convocando sínodos diocesanos y seis
concilios provinciales (1565-1582). En el clima de la dominación
española en Lombardía, Carlos supo oponerse a las
pretensiones de los gobernadores, llegando en 1579, a excomulgar a uno
(Requesens), oponiéndose asimismo a la introducción de la
Inquisición española en su diócesis, patrocinada
por Felipe II. Supo resistir también a unos canónigos (de
Santa María de la Scala), que lo rechazaron cuando quería
entrar en su basílica, y a la opulencia sin medida de la
congregación de los Humillados, hasta sufrir un atentado (1569),
afortunadamente sin consecuencias, a pesar de que había sido
advertido por santa Catalina de Ricci de que sufriría este
atentado. Por ello suprimió la primera Orden de los Humillados,
fundiendo su Tercera orden con confraternidades parecidas.
En 1576 sobrevino una peste en Milán, y
él fue el primero en ayudar a los necesitados, legándolo
todo hasta la cama y vendió su principado napolitano de Oria
para socorrer la miseria pública. Descalzo con una cuerda en el
cuello seguía las procesiones penitenciales del Santo Clavo para
implorar el final de la plaga. Organizó lazaretos, y
movilizó a los sacerdotes y monjes como enfermeros. La epidemia
se cobró unas 20.000 víctimas. Fue un santo de una gran
eficiencia espiritual y material, pastor que se ocupó sobre todo
de la enseñanza religiosa -escuelas y seminarios- de la
ejemplaridad del clero, de los que vivían fuera de la Iglesia.
"Todo lo que hagáis, que sea por amor; así venceremos
fácilmente las dificultades que inevitablemente experimentamos
cada día...; así tendremos fuerzas para dar a luz a
Cristo en nosotros y en los demás".
A los 46 años, después de haber
transcurrido en el santuario preferido, en el monte de Varallo
(Novara), su último domingo de Pascua, hizo confesión
general, reconociendo todos los errores de su vida. Murió en
Milán, adonde se había hecho trasladar exhausto. San
Carlos fue oficialmente canonizado por Paulo V en
1610. Patrón de Milán.