SAN CALEB O ELESBAAN
15 de mayo
555 d.C.
Elesbaán, a quien los sirios llamaban David y los etíopes
Caleb, era rey del poderoso reino de Aksum, en Etiopía, que
habiendo cruzado el Mar Rojo impuso su dominio sobre árabes y
judíos y extendió sus fronteras hasta Himyar (actual
Yemen), extendiendo el cristianismo a toda la región;
combatió victoriosamente al usurpador judío Du Nuwas, que
perseguía a los cristianos. Se dice que sometió a los
enemigos de Cristo en represalia por los mártires de
Nagrám, entre los cuales se encontraba el príncipe san
Aretas, su mujer y sus cuatro hijos, además de un centenar de
cristianos.
El patriarca de Alejandría de Egipto
escribió a los obispos orientales recomendándoles venerar
como santos mártires a las víctimas, y con la ayuda del
emperador Justino animaron al rey Elesbaán a vengar aquellos
homicidios. Éste reconquistó Yemen, mató a Du
Nuwas y se apropió de su fortaleza. El historiador Alban Butler
sostiene que el rey “después de haber derrotado al tirano
gracias a la bendición divina, fue admirable por su clemencia y
moderación”, pero esto no se corresponde con la realidad, porque
después de la batalla como en sus posteriores relaciones con los
judíos Elesbaán demostró siempre gran ferocidad y
crueldad.
Después de un reinado bastante agitado, durante el
cual demostró su carácter cruel y vengativo,
renunció a favor de su hijo, regaló su corona a la
iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén y murió como un
ejemplar monje basilio en Jerusalén, donde parece que resaltaron
su espíritu de pobreza y penitencia, en respuesta a un voto que
había hecho.