Nació
en Ancona, estudió Derecho en Bolonia, junto a san Silvestre
Gozzolini. Nombrado capellán pontificio, luego arcediano de
Ancona. El 1 de agosto de 1263 fue nombrado administrador de la
diócesis de Ôsimo, que había sido unida a la Numana
por Gregorio IX en castigo por su adhesión al partido del
emperador Federico II. Restablecida la sede el 13 de marzo de 1264
Urbano IV le confió su gobierno a Bienvenido, que en 1267 fue
también encargado por Clemente IV del gobierno de la Marca de
Ancona.
En este
período ordenó sacerdote a san Nicolás de
Tolentino. Fue devotísimo de san Francisco, acogió en su
diócesis a los Hermanos Menores y pidió pertenecer a la
primera Orden. Vistió con fervor el hábito y se
empeñó en vivir el espíritu seráfico. Su
penetración y afabilidad se igualaron con su paciencia y
constancia, así como su espíritu de sencillez
franciscana, sin dejar de lado la firmeza en la reforma que
aplicó a la vida de su diócesis. Bienvenido fue un gran
reformador. Por una disposición del 15 de enero de 1270
prohibió al monasterio de San Florencio de Pescivalle, del cual
era administrador, enajenar los bienes. En un sínodo habido el 7
de febrero de 1273 prohibió la venta de las propiedades
eclesiásticas y en 1274 puso en marcha las reformas del
Capítulo de la catedral y defendió los derechos de la
diócesis sobre la ciudad de Cingoli. En su ministerio episcopal
siempre tuvo como única meta promover la gloria de Dios,
despreciar las riquezas y las cosas del mundo, trabajar intensamente
por el bien de su alma y de las almas confiadas a sus cuidados.
En su
actuación sabía unir la fortaleza y la suavidad de los
modales, para el triunfo de la justicia y de la paz en el
vínculo del amor. Fue un verdadero y buen pastor de su
rebaño y vigilante custodio de las leyes de Dios y de la
Iglesia. Celoso en la predicación evangélica y en la
instrucción catequística, muchas veces visitó la
diócesis, celebró un sínodo diocesano en el cual
dictó sabias normas para promover la disciplina
eclesiástica. Promovió la cultura y la formación
de los nuevos levitas, que preparaba para el sacerdocio, con palabra
inspirada, con el buen ejemplo, y con su vida santa. Bienvenido
murió a los 94 años de edad. Fue sepultado en la iglesia
catedral de Osimo en un noble mausoleo, por disposición del
clero y el pueblo. Sobre su sepulcro tuvieron lugar gracias y
milagros. El Papa Martín IV aprobó su culto como
santo en 1284. Patrón de Ôsimo.