SAN BERNARDO TOLOMEI
1348 d.C.
20 de agosto
Nació en Siena. En el bautismo recibió el nombre de
Giovanni. Fue educado en el colegio de Santo Domingo de Camporeggio, en
Siena, por los frailes predicadores (dominicos) ocupó varias
cargas municipales, incluso la de podesta (alcalde). Entró a
formar parte de la Hermandad de los Disciplinados de Santa María
della Scala. Un día del 1313, sorprendió a sus colegas
con un discurso en el que elogiaba la vida religiosa y condenaba toda
vanidad mundana. Unos amigos de la nobleza sienese, se impresionaron
con la lección de Juan, eran Patricio Patrizi y Ambrosio
Piccolomini. Bernardo habría visto en sueños a monjes
vestidos de blanco, como los olivetanos, que ascendían al cielo
por una escala levantada por los ángeles. Una ceguera
progresiva, casi total, le obligó a renunciar a una carrera
pública.
En una época de luchas entre facciones
ciudadanas, para realizar su ideal cristiano y ascético, en el
año 1313, casi a los cuarenta años, se retiró,
junto con otros dos nobles de Siena, a la soledad, en Accona, a
cerca de 30 km de la ciudad. Allí, llevó una vida
eremítica en grutas. Tomó el nombre de Bernardo, por
veneración al santo abad cisterciense. La vida penitente
de estos laicos eremitas se caracterizaba por la oración, la
lectio divina, el trabajo manual y el silencio. Poco a poco se les
fueron uniendo otros compañeros de Siena, Florencia y las
regiones vecinas.
Para consolidar la posición jurídica del
nuevo grupo, Bernardo acudió al obispo de Arezzo, en cuya
jurisdicción se encontraba Accona, y el 26 de marzo de 1319
obtuvo un decreto de erección para el futuro monasterio de Santa
María de Monte Oliveto, que debía ponerse "sub regula
sancti Benedicti", con algunos privilegios y exenciones. El obispo, a
través de un legado, recibió su profesión
monástica. Al elegir la Regla de san Benito, Bernardo tuvo que
mitigar el rigor eremítico primitivo adoptando el cenobitismo
benedictino. Por el deseo de honrar a la Virgen, los fundadores
vistieron un hábito blanco.
Así, el 1 de abril de 1319 nació el
monasterio de santa María de Monte Oliveto Maggiore, con la
bendición y colocación de la primera piedra de la
iglesia. Desde entonces, el desierto de Accona cambió su nombre
por el de "Monte Oliveto" en recuerdo del Monte de los Olivos, a donde
el Señor Jesús solía retirarse con sus
discÌpulos y donde oró antes de su pasión.
El 1 de septiembre de 1319, en el momento de la
elección de abad -cargo que por decisión del
capítulo general debía durar un año solamente-
Bernardo no quiso aceptar, aduciendo su creciente ceguera, y fue
elegido Patrizio Patrizi. Sin embargo, después de un segundo
abad, Simone di Tura, Bernardo no logró oponerse al deseo de sus
monjes y el 1 de septiembre de 1322 fue elegido abad del monasterio que
él mismo había fundado, cargo que ocupó hasta su
muerte, pues era tal su prestigio y santidad que los monjes lo
volvieron a elegir durante veintiséis años consecutivos.
Con el paso del tiempo el cenobio de Santa María
de Monte Oliveto se fue convirtiendo en el centro de una
congregación monástica. El número cada vez mayor
de personas que acudían desde varias ciudades al nuevo
monasterio permitió a Bernardo acoger las peticiones de obispos
que querían que sus monjes se establecieran también en
sus ciudades y aldeas. Por eso, pudo fundar otros diez monasterios,
íntimamente unidos a la abadía principal, todos con el
mismo nombre; la Congregación era dirigida por un solo abad,
mientras que los monasterios estaban sólo bajo la autoridad de
un prior. El 21 de enero de 1344, desde Aviñón, el Papa
Clemente VI aprobó la Congregación, ya formada entonces
por esos diez monasterios.
Bernardo dejó a sus monjes un ejemplo de vida
santa, de práctica de las virtudes en grado heroico y de una
vida entregada al servicio de los demás y a la
contemplación. Se destacó por su devoción a
María, especialmente a la Natividad de María fiesta que
difundió. Durante la gran peste del año 1348, el santo
abad abandonó la soledad de Monte Oliveto para acudir al
monasterio de San Benito en Porta Tufi, en Siena. Allí, a los 76
años, asistiendo a sus conciudadanos y a sus monjes afectados
por la infección fuertemente contagiosa, murió
víctima él mismo de la peste, junto con 82 monjes.
Canonizado por SS Benedicto XVI el 26 de abril de 2009.