SAN BENJAMÍN
31 de marzo
424 d.C.
Era
diácono, y tendría que ser un personaje de cierta
importancia cuando el embajador romano del emperador Teodosio,
pidió al rey persa, Isdegerdes V, que dejase libre a
Benjamín que estaba preso. El rey dijo que lo soltaría
con la condición de que renegase de su fe, pero Benjamín
no lo hizo, y a pesar de ello se le liberó. Continuó
haciendo sus obras de apostolado entre los mazdeístas persas,
hasta que de nuevo fue apresado y torturado para que renegase de su fe,
al no hacerlo murió mártir, dicen que de su boca
solamente salían palabras de alabanza al Señor. Su
martirio fue atroz. Murió empalado en Argol (Persia).