SAN AVITO DE VIENNE
5 de febrero
518 d.C.
Nació en Vienne (Francia) y era hermano de san Apolinar, obispo
de Valence. Su padre san Esiquio, había sido senador romano
y obispo de Vienne. Creció en un clima en que la fe y la cultura
iban hermanadas. Contrajo matrimonio y formó una familia;
tenía unos cuarenta años cuando enviudó;
distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró en un
monasterio a las afueras de su ciudad natal. En el 490, fue nombrado
obispo de Vienne, sucediendo a san Mamerto, el sucesor de su padre, y
se conquistó el respeto de sus fieles, de los francos paganos y
de los burgundios arrianos.
Enodio, en su "Vida
de San Epifanio de Pavía", dice de Avito que era un arsenal
de sabiduría, y añade que cuando los borgoñones
habían cruzado los Alpes y se habían llevado gran
cantidad de cautivos de Liguria, Avito rescató a muchos. El rey
de Francia, Clodoveo, aunque todavía era pagano y Gondebaldo,
rey de Borgoña, no obstante ser arriano, lo respetaban mucho.
Después de la muerte de Gondebaldo en 516, su hijo y sucesor,
san Segismundo, fue atraído a la fe cristiana por Avito. En 517,
el santo presidió un famoso concilio en Epaon, que
ratificó el paso de los burgundios al catolicismo y dio a la
iglesia burgundia una organización propia. Cuando el rey san
Segismundo había manchado sus manos con la sangre de su hijo
Sigerico, por un cargo falso hecho contra él por su madrastra,
Avito le inspiró tal horror por su crimen, que lo
convirtió y después mandó reconstruir la
abadía de Agaunum o San Mauricio.
Fue también un elegante escritor e incansable frente al
arrianismo. La mayoria de las obras de Avito se han perdido, pero
tenemos cinco poemas que forman una serie a la que él mismo da
el título de "De spiritualis historiae gestis", y otro
sobre la virginidad, dedicado a su hermana Fuscina y a otras monjas.
Hay setenta y ocho cartas (incluyendo una bien conocida a Clodoveo en
su bautismo), dos homilías completas y fragmentos de otras
veinticinco. Enodio y otros escritores de la época ensalzan su
saber, su caridad para los pobres y sus muchas otras virtudes; Avito
fue sin embargo más un literato que un teólogo. Avito fue
considerado santo por el celo demostrado en defensa de la ortodoxia
católica y de la unidad de la Iglesia en torno al obispo de
Roma, en una época en que las instituciones políticas
heredadas del Imperio romano, ya no podían garantizar la
unidad.