SAN ARSENIO "EL GRANDE"
8 de mayo
450 d.C.
Nació
en Roma en el seno de una familia senatorial. Recibió el
diaconado de manos del papa san Dámaso. Tenía una gran
preparación intelectual, por la cual el emperador Teodosio, en
el 383, le nombró preceptor de sus hijos: Arcadio y Honorio.
Llegó a Constantinopla en 383, y continuó como tutor de
la familia real por once años. Durante los últimos tres,
también tuvo a su cargo al hermano Honorio. Un día,
llegando a ver como estaban los niños con sus estudios, Teodosio
los encontró sentados, mientras Arsenio les hablaba de
pié. Esto no lo llegó a tolerar, e hizo que los
estudiantes se levantaran y que el maestro tomara asiento.
Una
profunda crisis espiritual le hizo abandonarlo todo. A su arribo a la
Corte, Arsenio había dado un espléndido recibimiento, y
probablemente porque el emperador lo deseaba, vivió con gran
pompa, pero todo el tiempo el sentía un creciente sentimiento
sobre renunciar al mundo. El saqueo de Roma, por parte de Alarico, le
hizo reflexionar sobre la caducidad del mundo. Se dice que una voz le
dijo: "Huye de los hombres y te salvarás".
A
partir de esto se embarcó secretamente para Alejandría, y
rápidamente fue al desierto de Scete, pidiendo ser admitido
entre los solitarios que vivían allí. San Juan "el
Enano", a cuya celda fue conducido, aunque previamente se le
advirtió de la calidad del visitante, no se dio por enterado de
la llegada, y le dejó de pié mientras invitaba a los
otros a tomar asiento a la mesa. Estando la comida a medio avanzar,
lanzó un pedazo de pan ante Arsenio, indicándoles con
aire de indiferencia de que lo tomara si quería. Arsenio
tomó el pan, y lo comió sentado en el suelo. Satisfecho
con esta prueba de humildad, san Juan lo mantuvo bajo su
dirección. El nuevo solitario fue un ejemplo, aún cuando
no retuvo ciertos viejos hábitos, tal como sentarse con una
pierna cruzada o bien de colocar al estar acostado, un pié sobre
el otro. Notando esto, el abad requirió que se imitara la
postura de Arsenio en la siguiente junta, haciendo esto de manera
pública. Arsenio tomó el mensaje de lo acontecido y se
corrigió. Durante los cincuenta y cinco años de su vida
solitaria, fue el más estricto de todos, castigándose a
si mismo, por su anterior vanidad en el mundo. Entre ello se encontraba
el haber usado perfumes en la Corte, para castigo, no cambiaba el agua
en que humedecía las palmas con las cuales trabajaba en
pequeños manteles, sino que la lanzaba hasta que finalmente
estaba agotada. Era estricto en extremo.
Aún
cuando participaba en labores manuales, no dejaba su aplicación
en la oración. Todo el tiempo copiosas lágrimas de
devoción brotaban de sus ojos y se dice que perdió
hasta las pestañas de tanto llorar por el mundo. Pero lo que
más le distinguió, fue su inclinación a que nada
lo interrumpiera de su unión con Dios. Cuando, luego de gran
búsqueda, su lugar de retiro fue encontrado, no sólo
rechazó el regresar a la Corte, y ser el consejero de su ex
alumno, el emperador Arcadio, sino tampoco aceptó ser alguien
que podía relacionarse con los pobres y los monasterios de las
vecindades. Invariablemente se negó a los visitantes, no
importando el rango y condición de estos, y dejó a sus
discípulos el cuidado de atenderlos. Sus contemporáneos
lo admiraron tanto que le llegaron a nombrar como "El Grande".
En
el 434, marchó a Tróade, donde estuvo diez años.
Hacia el 444 se fue a la isla de Canopo, cercana a Alejandría, y
desde allí, tres años después, volvió a
Tróade donde murió. Es uno de los fundadores del monacato
y de los llamados "padres del desierto".