SAN ARCÁNGEL
TADINI
20 de mayo
1912 d.C.
Nació
en Verolanuova (Brescia, Italia). Su padre, secretario del
Ayuntamiento, se casó en primeras nupcias con Giulia Gadola, con
quien tuvo siete hijos y de la que quedó viudo a los 39
años. Después se casó con su cuñada,
Antonia Gadola, madre de Arcángel, el cual fue de salud delicada
y precaria. Hizo los estudios primarios en su pueblo natal y luego en
el instituto de Lovere, como sus hermanos. En 1864 ingresó en el
seminario de Brescia, donde se encontraba también su hermano
Julio. En aquel período sufrió un accidente que lo
dejó cojo para toda la vida.
En
1870 recibió la ordenación sacerdotal. Eran tiempos duros
a consecuencia de la lucha por la unificación de Italia y de las
tensiones entre el Estado y la Iglesia, caracterizados por una gran
pobreza del pueblo, los enfrentamientos políticos y las primeras
tentativas de industrialización; pero, al mismo tiempo,
había grandes manifestaciones de caridad cristiana y de una
profunda religiosidad popular.
Durante
su primer año de ministerio, la enfermedad lo obligó a
permanecer con su familia. De 1871 a 1873 fue vicario cooperador en
Lodrino, pequeña aldea de montaña, y luego
capellán en el santuario de Santa María de la Nuez,
barrio de Brescia. En ambos lugares fue, al mismo tiempo, maestro
nacional. Su atención a las necesidades de la gente
constituyó uno de los rasgos característicos de su
ministerio sacerdotal, desde el comienzo, cuando, a causa de un
aluvión, muchos de sus feligreses perdieron todos sus bienes,
organizó en la casa parroquial un comedor para 300 personas y
dio cobijo a los que se habían quedado sin casa. En 1885 fue
enviado a Botticino Sera como coadjutor. A los 41 años de edad
fue nombrado párroco arcipreste de aquella iglesia.
Celebró allí sus 25 años de párroco, poco
antes de fallecer.
Amaba
a sus feligreses y no escatimaba ningún esfuerzo con tal de
lograr que crecieran humana y espiritualmente. Formó un coro,
una banda musical y varias hermandades; reestructuró la iglesia;
daba la catequesis apropiada a cada persona; y cuidaba con esmero la
liturgia. Prestaba atención especial a la celebración de
los sacramentos. Preparaba las homilías teniendo presente la
Palabra de Dios, la doctrina de la Iglesia y el camino espiritual de
sus fieles.
Su
atención pastoral, en tiempos de la primera revolución
industrial, se centró, sobre todo, en la pobreza. Se dio cuenta
de que la Iglesia era interpelada por los que sufrían en las
fábricas, en las hilanderías y en los campos. Siguiendo
el ejemplo de otros sacerdotes, fundó la Asociación
obrera de mutuo socorro, que garantizaba a las obreras una ayuda en
caso de enfermedad, accidente laboral, invalidez o vejez. Los
trabajadores más explotados eran las jóvenes; por eso, a
ellas dedicó la mayor parte de sus fuerzas. Impulsado por la
encíclica "Rerum novarum" del papa León XIII,
e interpretando los signos de los tiempos, proyectó y
construyó una fábrica de tejidos con su patrimonio
familiar. En 1895 quedó concluida, con instalaciones y
maquinaria de vanguardia. Tres años más tarde,
adquirió con un préstamo la casa anexa con el fin de
hacer una residencia para las obreras.
Para
educarlas fundó, con muchas dificultades, la congregación
de las religiosas Obreras de la Santa Casa de Nazaret. Estas religiosas
entraban a trabajar en las industrias con las obreras para compartir
sus fatigas y tensiones, ganándose el pan con el trabajo; se
preocupan de las muchachas y las educan con el ejemplo. A sus
religiosas, y también a las familias, don Arcángel
propuso como modelo la Sagrada Familia de Nazaret, en la que
Jesús, José y María trabajaron y vivieron con
humildad y sencillez. Les enseñaba a aceptar la fatiga y las
dificultades, ya que nos permiten cooperar en la redención.
A
pesar de su frágil salud, don Arcángel sacaba fuerzas de
su íntima unión con el Señor, acompañada
por la penitencia y la oración. Su confianza en la Providencia
era ilimitada. Su humildad y obediencia a sus superiores brillaban en
las dificultades. Debido a sus iniciativas, don Tadini fue objeto de
calumnias e incomprensiones, incluso en el ámbito de la Iglesia.
En realidad, anticipó los tiempos: intuyó que la
religiosa, obrera entre las obreras, podía facilitar una
comprensión más positiva del mundo del trabajo, ya no
considerado como un lugar contrario a la Iglesia, sino como un ambiente
necesitado de fermento evangélico, un mundo con el cual
encontrarse más que oponérsele.
Era
consciente de que su obra era precursora, pero estaba firmemente
convencido de que no era suya, sino de Dios: "Dios la ha querido, la
guía, la perfecciona, la lleva a término". La muerte lo
sorprendió, cuando el sueño de su vida aún no se
había realizado, pero, como semilla caída en tierra
fértil, dio abundantes frutos. Con su canonización el 26 de abril de 2009, Benedicto XVI lo puso
como ejemplo a los sacerdotes, lo indica como intercesor a las familias
y lo presenta como protector a los trabajadores.