Natural de una
localidad cercana a Constantinopla, donde sus padres se retiraron por
temor a la persecución iconoclasta. Cuando murió su
madre, Antonio, con apenas 12 años, ingresó en un
monasterio de la capital bizantina, del cual fue elegido abad
(hegúmeno), con el nombre de "Antonio el Cauleas". Su padre
ingresó en este monasterio más tarde y recibió el
hábito religioso de manos de su hijo. La Iglesia oriental
vivía en un estado de gran confusión, después que
el emperador había expulsado al legítimo patriarca
constantinopolitano san Ignacio y en el 867 había impuesto en la
sede al célebre Focio.
También
éste fue obligado a dejar la cátedra patriarcal en el
886, probablemente obligado por el nuevo emperador León VI que
quería esta sede para su hermano menor Esteban. Focio no opuso
resistencia y se retiró a un monasterio, mientras los
partidarios de San Ignacio no quisieron reconocer la legitimidad de
Esteban, porque había sido ordenado diácono por el mismo
Focio.
En este contexto,
después de la muerte de Esteban en el 893, Antonio fue elegido
patriarca de Constantinopla. De acuerdo con el Papa Juan IX y el
emperador León VI trabajó para eliminar el cisma que su
predecesor había provocado y lograr la unidad entre los
partidarios de Focio e Ignacio de Constantinopla. Persuadió al
metropolita Stiliano Mapas, jefe de los ignacianos, para que pusiera
fin al cisma. Su autoridad venía porque había recibido la
ordenación en una época no sospechosa y por tanto era
indiscutible la validez de su ministerio.
No está
históricamente que haya intervenido en esta disputa el Papa,
pero se sabe que sancionó la solución que presentó
Antonio. El dato es que entre las dos Iglesias, sea la de Roma como la
de Constantinopla, reconocieron "Ignacio, Focio, Esteban y Antonio"
como auténtica y válida sucesión de los patriarcas
de la sede bizantina. La paz se estipuló oficialmente en el 899
y Antonio murió poco tiempo después. Antonio fue
reconocido por su mortificación, espíritu de
oración y de penitencia. Fundó un gran monasterio en el
que quiso ser enterrado. Celebran su memoria tanto la iglesia griega
como la latina como luchador por la unidad de la Iglesia.