SAN ANTONIO ABAD
17 de enero
356 d.C.
Nació en Coma
(hoy Quaeman-el´Arous), al sur de Menfis, (Egipto). A los 20
años murieron sus padres y se quedó al cuidado de su
hermana pequeña, pero seis meses más tarde donó a
los aldeanos las posesiones de su casa, dejando a su hermana al cuidado
de unas vírgenes para que recibiese la educación
conveniente y se fue el desierto siguiendo el consejo
evangélico: "Si quieres ser perfecto, vete, vende todo lo que
tienes, dáselo a los pobres y sígueme" (Mt 19,21). Se
alejó a la soledad del desierto, con el fin de fortalecerse
espiritualmente y vivió en una de las numerosas cuevas
funerarias que había en el lugar, pero obligado por sus
discípulos a dejar la reclusión y atormentado por el
deseo del martirio, será notoria su caridad para atender a los
cristianos condenados a las minas o en las cárceles de
Alejandría, en el 311, durante la persecución de Maximino
Daya, salió ileso milagrosamente ya que ni siquiera fue
detenido.
Desde el año
312 hasta su muerte, residió en monte Colzum, frente al mar
Rojo, o el monte Pispir, junto al mar Muerto, donde constituyó
un eremitorio. Pronto cerca de su retiro empezaron a surgir otras
cabañas y así comenzó el primer inicio del
monacato que tanto influyó en los siglos posteriores. Pero
llevaba dentro de sí algo que no se dejó atrás, el
hombre viejo, y cuando menudearon las más terribles tentaciones
se alejó más aún, hacia el este, buscando lugares
más solitarios para vivir tan sólo de pan y agua
embarrada, y dormir dos o tres horas por la noche. Sufrió
muchísimas tentaciones, sobre todo con respecto a la castidad
que era su pasión dominante, pero supo transformarla.
En una de sus
tentaciones le preguntó a Cristo: "¿Donde estabas tu,
buen Jesús? ¿Donde estabas tú? ¿Por
qué desde el principio no estabas presente para ayudarme?" y
Jesús le respondió: "Yo estaba aquí, pero esperaba
ver tu batalla; ahora, como has combatido con gallardía, te
haré recordar por todo el mundo". Pero "los rezos y las
lágrimas purifican hasta lo más impuro", y tras una nueva
retirada hasta el fin del desierto, triunfó de todo artificio
infernal. A un sabio cristiano, que se quedó sin vista y
sería llamado Dídimo el Ciego, le repetía: "No
tiene que dolerse de no tener esos ojos, que nos son comunes con las
moscas, quien puede alegrarse de tener la luz de los Santos y de los
Apóstoles, que es la fe del alma".
Tuvo numerosos discípulos, fundó monasterios y hasta se
traslado a Alejandría a confundir a los herejes. Paganos y
cristianos se acercaron a él con gran fruto. Se dice que un
día recibió una carta del emperador Constantino I,
pidiéndole sus oraciones, y los monjes se maravillaron que les
hubiera escrito el Emperador, Antonio les dijo: “No os asombréis
de que el emperador, hombre como yo, nos escriba, asombraos más
bien de que Dios nos haya escrito, y de que nos haya hablado por medio
de su Hijo”. Asistió al Concilio de Nicea (325), con el fin de
ayudar a los padres conciliares sobre la definición
dogmática de la divinidad de Cristo. De él se cuenta que
era reconocible por su cara resplandeciente de alegría. Hacia el
final de su vida, visitó a san Pablo de Tebas a quien tuvo que
enterrar. Su vida está plagada de leyendas y milagros
fantásticos. Patrón de Etiopía.