SAN ANSOVINO DE
CAMERINO
13 de marzo
840 d.C.
Natural de Camerino, Umbría. Cuando recibió la
ordenación sacerdotal, se retiró a un lugar solitario de
Castel Raimondo, cerca de Torcello, donde no tardó en adquirir
renombre por su santidad y los milagros que obraba. A raíz de su
fama, el emperador Luis el Piadoso escogió al padre Ansovino
como su confesor y luego, promovió su nombramiento para ocupar
la sede episcopal de Camerino. Aceptó el cargo con la
condición de que su sede estuviera exenta de la
obligación del servicio militar, obligación impuesta por
la mayoría de los obispos en su calidad de señores
feudales, por considerar que ese suministro era inadecuado y contrario
a las leyes de la Iglesia.
Desde que asumió el cargo, Ansolvino demostró ser un
pastor sabio y prudente. Su extraordinaria liberalidad para socorrer a
los pobres le procuró el amor de todos y, su fama de obrar
curaciones y otros milagros, le valió la veneración
general. Se hallaba en Roma cuando le atacó una fiebre que,
desde un principio, él mismo calificó de fatal. Al
sentirse enfermo, insistió en volver a su sede para morir con
sus fieles. A caballo viajó hasta Camerino y aún pudo
impartir su postrera bendición y recibir el viático,
antes de expirar serenamente.