SAN ANIBAL
MARÍA DI FRANCIA
1 de junio
1927 d.C.
Nació en Messina (Italia), en el seno de una familia de la
nobleza; era hijo de los marqueses de Santa Catalina de Jonio. Fue
ordenado sacerdote en 1882, cuando ya sus dos vocaciones
específicas estuvieron bien definidas: la oración por las
vocaciones sacerdotales y la opción por los pobres.
Cuando tenía 17 años, estando orando, tuvo
una iluminación acerca del mandamiento de Jesús: “Rogad
al dueño que envíe operarios a su mies” (Mt 9, 38). Y
decidió ser apóstol del “Rogate ergo”, de la
oración por las vocaciones. Y además el encuentro con un
ciego en los barrios pobres de Messina, le decidió dedicarse al
apostolado con los más pobres. Con el consentimiento de su
Obispo, fue a habitar en aquel «gueto» y se
comprometió con todas sus fuerzas en la redención de
aquellos infelices, que, se presentaban, ante su vista, según la
imagen evangélica, como «ovejas sin pastor». Fue una
experiencia marcada por fuertes incomprensiones, dificultades y
hostilidades de todo tipo, que él superó con grande fe,
viendo en los humildes y marginados al mismo Jesucristo y realizando lo
que definía: «Espíritu de doble caridad: la
evangelización y la ayuda a los pobres».
En 1882 abrió un orfanato de niñas, y en
1883, el de niños, que los puso bajo el patrocinio de san
Antonio de Padua. Empezó a recoger limosnas en su favor, el Pan
de San Antonio. En 1886, pudo colocar el Santísimo en la humilde
capilla del suburbio. Después de pasar el día mendigando
para los pobres, se pasaba la noche en adoración ante el
Santísimo. Para difundir la oración por las vocaciones
promovió numerosas iniciativas, tuvo contactos epistolares y
personales con los Sumos Pontífices de su tiempo;
instituyó la Sagrada Alianza para el clero y la Pía
Unión de la Rogación Evangélica para todos los
fieles. Fundó el periódico “Dio e il
Prossimo” que tuvo gran difusión, dedicado a pedir por las
vocaciones gracias a la mediación de los santos patronos
locales.
Después de varias visicitudes en las que no
encontró la respuesta que esperaba de los consagrados para
iniciar su ideal, en 1887, fundó los Rogacionistas del
Corazón de Jesús y las religiosas Hijas del Divino Celo,
promoviendo entre los fieles la conciencia de rezar intensamente por
las vocaciones sacerdotales y la atención de lo pobres,
especialmente en la obra asistencial para socorrer a los dañados
del terremoto de 1908.
Grande fue el amor que tuvo por el sacerdocio, convencido
que sólo mediante la obra de los sacerdotes numerosos y santos
es posible salvar a la humanidad. Se comprometió fuertemente en
la formación espiritual de los seminaristas, que el arzobispo de
Messina confió a sus cuidados. Fue él mismo, el primero,
en ser buen obrero del Evangelio y sacerdote según el
corazón de Dios. Su caridad, definida «sin cálculos
y sin límites», se manifestó con connotaciones
particulares también hacia los sacerdotes en dificultad y las
monjas de clausura.
Ya durante su existencia terrenal fue acompañado
por una clara y genuina fama de santidad, difundida a todos los
niveles, tanto que cuando el 1 de junio de 1927 falleció en
Messina, la gente decía: «Vamos a ver el santo que
duerme». Fue beatificado por SS Juan Pablo II en 1990 y
canonizado por el mismo pontífice el 16 de mayo de 2004.