SAN ÁNGEL DE
SICILIA
5 de mayo
1220 d.C.
Nació en
Jerusalén. Era judío, como sus padres,
Jesé y María, pero su madre se convirtió al
cristianismo lo mismo que su hermano gemelo Juan (que más tarde
sería patriarca de Jerusalén). Los dos hermanos
decidieron hacerse monjes carmelitas en Palestina. Era una época
en que san Brocardo daba una regla concreta a los cenobitas del monte
Carmelo, permitiéndoles la expansión por todo el mundo.
Con permiso de sus superiores, Ángel se retiró cinco
años al desierto de Cuarentena entregándose a las
más duras penitencias y a la continua oración.
Cierto día se le apareció
Jesucristo indicándole que debía pasar a Sicilia donde
debía convertir a un famoso pecador que se llamaba Berengario,
pues vivía en incesto con su hermana y de la que había
tenido varios hijos. Para dar cumplimiento a esta visión,
partió para Sicilia en 1219, zarpó llevando consigo
algunas reliquias que le había entregado el patriarca de
Alejandría, llamado Atanasio, para que las llevara hasta Italia;
también llevaba la regla adoptada por san Brocardo para
entregárselas al Papa. Al llegar a Sicilia su embarcación
fue atacada por los sarracenos y tanto él como todos que
llenaban la nave fueron bárbaramente torturados por los
asaltantes, pero el Cielo vino en su ayuda y, después de una
intervención milagrosa, salieron indemnes del suceso.
Ángel llegó hasta
Civitavecchia y allí entregó las reliquias a Federico de
Chiaramonte y después prosiguió su camino hacia Roma. Se
dice que en este viaje se encontró con san Francisco de
Asís y con santo Domingo de Guzmán, que pasaron la noche
en oración y que nuestro santo predijo al de Asís su
estigmatización y éste a su vez anunció a
Ángel su próximo martirio.
Al llegar a Roma entregó al papa
Honorio III la Regla carmelitana que fue
aprobada el 30 de enero de 1226, y fue enviado de nuevo a Sicilia
para predicar a los herejes patarinos. Se hospedó con los
monjes basilios de Santa María de la Grotta de Palermo y
allí predicó durante 40 días. Después se
trasladó a Agrigento. Por donde pasaba curaba a los enfermos y
obraba toda clase de prodigios.
Al llegar a Licata puso todo su
empeño en convertir a Berengario, pero -aunque la hermana hizo
pública penitencia- no hizo caso a la exhortación de
Ángel y un día, mientras predicaba a la multitud,
Berengario se le acercó y le asestó cinco estocadas;
antes de morir, Ángel pidió que perdonaran a su asesino.
Patrón de Licata (Sicilia).