SAN ANDRÉS
HUBERTO FOURNET
13 de mayo
1834 d.C.
Nació en Saint-Pierre-de-Maillé, cerca de Poitiers,
(Francia). Sobrino del párroco del pueblo; durante su
niñez y juventud nada parecía presagiar que tuviera
madera de santo; era inconstante e indócil, no le atraía
la religión, se escapó del colegio y más tarde de
la facultad de Derecho de Poitiers donde no hizo nada de provecho. Se
alistó en el ejército. Un tío suyo, cura rural le
acogió en su casa, y en su compañía se produjo la
metamorfosis y decidió consagrarse a Dios, pero no sin reservas
(1774). Ingresó en el seminario de Poitou. Ordenado sacerdote,
fue primero coadjutor en Haims y cuando se vio párroco de
Maillé no renunció a lo que consideró
legítimo, vivir con cierta holgura y comer
espléndidamente. Hasta que negó la limosna a un pobre por
no llevar suelto encima, el mendigo le reprochó el lujo de su
mesa que veía puesta desde el umbral de la casa, y aquel hecho
le hizo reflexionar; lo vendió todo, se limitó a comer
una sola vez al día y se hizo más pobre que el más
pobre de sus feligreses.
La revolución le sorprendió, y se
negó a firmar la "Constitución Civil del Clero", por lo
que fue expulsado de su parroquia (1791) convirtiéndose
así en un proscrito. Pasó a la clandestinidad y desde
ella atendió a los fieles que se negaban a recibir los
sacramentos de manos de los juramentados. Se vio obligado en su
condición de sacerdote y por obediencia a su obispo, a
refugiarse en San Sebastián, pero tuvo que abandonar este lugar
y vivió cinco años en los Arcos de Navarra.
Peregrinó a pie haciendo el Camino de Santiago. Y vuelto a
Francia, pasado el Terror, volvió para seguir enseñando
el catecismo, confesar, decir misas clandestinas, a menudo disfrazado
de gañan y siempre huyendo. Por fin, con el retorno de cierta
normalidad (1801), llegó el "Concordato" y de nuevo la
Iglesia fue legalizada. Le fue devuelta su parroquia y viendo la
situación de la juventud fundó junto con santa Juana
Isabel Bichier des Ages, en 1807, el Instituto de Hijas de la Cruz o
hermanas de San Andrés, para la enseñanza religiosa, y
cuidado de los enfermos. Andrés, completamente convencido de la
necesidad de esta fundación y que necesitaba dirección,
dejó su parroquia y se entregó plenamente a la
consolidación de las Hijas de la Cruz. Se marchó a La
Puye, donde su labor será sostener a la fundadora, dirigir y
formar a las hermanas, encauzar la marcha de la naciente
congregación y vigilar que todo estuviera empapado del
más genuino espíritu evangélico. Se entregó
en cuerpo y alma hasta su muerte en Le Puye. Fue canonizado por el
papa Pío XI el 4 de junio de 1933.