Los cuatro soldados mártires de Nasaud, Atanasio Todoran de Bichigiu, Basilio Dumitru de Mocod, Marin Grigore de Zagra y Basilio Oichea de Telciu fueron torturados y asesinados debido a sus protestas contra la religión impuesta por las autoridades austríacas a los rumanos en sus tierras. Su martirio tuvo lugar el 12 de noviembre de 1763.
Contexto político y social
El Acta de Unión con la Iglesia Católica firmada por los 38 decanos (protopopi) en 1699 tuvo grandes consecuencias para la población rumana en Transilvania. Durante aproximadamente un siglo no se les permitió tener un obispo ortodoxo. Además, los privilegios prometidos por los dos decretos de Leopoldo no fueron realmente aplicados. La población de etnia rumana quedó sin representación en las juntas locales y en el Parlamento. Las posteriores investigaciones de los delegados imperiales mostraron el relativo escaso éxito de la Unión. Se señalaron a veces algunos abusos, como es el caso de algunas parroquias en Bihor, que fueron declaradas uniatas, a pesar de que la gente no lo aceptó. El alzamiento de la población ocurrió durante la misión de los monjes Besarión Sarai y Sofronio de Cioara, lo que condujo a una nueva investigación imperial respecto a la situación. Al mismo tiempo, una reforma en defensa del sistema del Imperio Austríaco condujo a la creación de los llamados regimientos limítrofes en Transilvania del este y en Eslavonia (Croacia). Los miembros de estos regimientos y sus familias, a veces también la población que vivía en estas tierras limítrofes, fueron registrados como greco-católicos sin que se les preguntara al respecto. Esta situación, junto con el maltrato de los soldados rumanos en los regimientos limítrofes, condujo a algunas revueltas. Uno de los líderes de las mismas fue Atanasio Todoran, un viejo veterano de 104 años del condado de Nasaud.
La vida de Atanasio Todoran
Atanasio Todoran, apodado Tanase,
procedía de una familia de campesinos
libres de Bichigiu, un pueblo del valle fluvial de Salauta, en el
condado de Nasaud, nacido antes de 1663. Su familia era una de las
más
ricas de su pueblo y siempre tenía algo importante que decir en
las
reuniones locales. En su juventud fue también miembro de un
regimiento
de defensa en Viena, pero después del algún tiempo
desertó, siendo
perseguido por las autoridades en las montañas alrededor de su
hogar.
Sirvió incluso en las montañas en la armada del voivoda
Miguel Racovita
de Moldavia (en su tercer reinado, 1716-1726). Un acto de este
último
en 1723 muestra que Atanasio fue liberado de su cargo a los 74
años,
después de haber servido 13 años en el rango de
capitán. En esta
ocasión fue elevado al rango de hacendado (campesino libre). Sin
embargo, de vuelta a casa, no escapó al castigo por su
deserción y fue
encarcelado algunos años en la torre Coopers de la ciudadela de
Bistrita. Después de su liberación, regresó a
Bichigiu.
Atanasio fue un fuerte defensor de la ortodoxia. Se sabe
que su hijo
estaba moribundo y Atanasio se opuso fieramente a que un sacerdote
uniata le administrara los sacramentos de confesión y
comunión.
Finalmente, al menos el entierro se hizo según el rito
ancestral,
oficiado por un sacerdote ortodoxo.
Como autoridad entre los rumanos, negoció junto con otros líderes locales la militarización de 21 comunidades de la región de Nasaud en 1761-1762 y marchó en delegación a Viena, para firmar un pacto con el gobierno austríaco. Recibieron confirmación de que, para los rumanos de Nasaud, entrar dentro del regimiento limítrofe significaba disfrutar de más derechos. Atanasio pidió que los rumanos no fueran obligados a renunciar a la fe ortodoxa. Poco después comprendió que era una causa perdida y empezó a oponerse al proceso de militarización que anteriormente había apoyado. La militarización de Nasaud comenzó en agosto de 1762 con la llegada de oficiales austríacos para organizar el regimiento. Todos ellos eran austríacos y no conocían a los lugareños, de modo que despreciaron a los rumanos y los maltrataron. Los novatos fueron tratados con excesiva severidad y el soldado se indignó profundamente porque los oficiales del regimiento se burlaban de su religión y de su Iglesia, intentado arrastrarlos hacia el catolicismo.
La transición terminó el 10 de mayo de 1763, con un desfile donde el general Bukow, el cabeza militar de Transilvania y el obispo uniata Pedro Pablo Aron (1754-1764) llegaron al lugar. Se suponía que debían recibir el juramento de los guardianes fronterizos de Nasaud y santificar su bandera en una ceremonia en Salva, en la meseta llamada “Mocirla” (lodo).
Los batallones de infantes y las
compañías de caballeros estaban
preparadas para recibir al general Bukow, y cuando llegó el
momento,
Atanasio iba al frente de ellos, cabalgando y diciendo a los soldados: “Hemos
sido soldados fronterizos durante dos años, ¡pero
todavía no hemos
recibido carta de la alta emperatriz, diciéndonos que
seríamos gente
libre! Somos todavía siervos, pagamos impuestos, servimos al
ejército,
sin ningún derecho, y nuestros hijos permanecen ignorantes
(sin educación). ¡No
portaremos nuestras armas si ellos perturban nuestras santas leyes!
¡Bajad vuestras armas! ¡Arrojad a los paganos de nuestras
fronteras!
Oíd, cristianos rumanos, serviremos únicamente cuando
veamos la carta
de la augusta emperatriz confirmado, en la cual veamos que nuestros
derechos son reforzados. No hasta entonces. Todo lo que el gobierno y
la cancillería en Viena dicen es nada, sólo mentiras
vacías”. La revuelta empezó tras este discurso. Los
soldados formados para el juramento bajaron sus armas, como signo de
desobediencia.
Atanasio Todoran, de 104 años de edad, se encontró con el obispo Pedro Pablo Aron y, preguntándole de dónde era, el obispo dijo: “De Blaj”. El veterano le dijo entonces que regresara a su hogar y no perturbara su fe. Después de eso, se llevó al obispo lejos de la muchedumbre alborotada. El general Bukow y el obispo Aron huyeron y los soldados fronterizos enviaron sus estandartes a Nasaud, para que fueran custodiados por el sacerdote en la iglesia.
La muerte de Atanasio Todoran y otros cabecillas de la rebelión
La rebelión condujo a una investigación que duró 6 meses. Atanasio no se retractó de nada, y bajo la acusación de rebelión, él asumió la responsabilidad de los acontecimientos. El veredicto pronunciado el 12 de noviembre de 1763 sentenciaba a Atanasio Todoran, dijo de Danila de Bichigiu, a ser destrozado en la rueda arriba y abajo. Su cabeza debía ser atada a la rueda, porque él había alentado al pueblo contra la unión y el enrolamiento y se había opuesto a que su hijo recibiese la comunión de un sacerdote uniata en su lecho de muerte. Basilio Dumitru, el dijo del sacerdote de Mocod, Marin Grigore de Zagra y Basilio Oichea de Telciu fueron sentenciados a muerte por ahorcamiento, y sus cuerpos no debían ser enterrados por los mismos motivos. A otros quince líderes de los rebeldes se les commutó la pena de muerte a cambio de “pasar 10 veces a través de los golpes de vara de 300 soldados”. Algunos de ellos murieron a causa de la paliza. Las cabezas de los mártires fueron colocadas en postes frente a las casas donde vivieron, y algunos trozos de sus cuerpos descuartizados fueron colocados en cruces de caminos.
Al oír la sentencia, Atanasio Todoran y sus compañeros declararon que no se arrepentían de morir por la justicia y la ley, porque era mejor perder sus vidas que vivir en cautividad. La tradición local ha conservado una canción narrando las palabras de Atanasio durante la tortura.
La veneración local de los cuatro santos se mantuvo ininterrumpida en Nasaud. 245 años después de su muerte, el Sínodo de la Iglesia Rumana decidió, en su encuentro del 22-24 de octubre de 2007 la canonización de los mártires de Nasaud, y su celebración tiene lugar el 12 de noviembre, el día de su martirio. Su proclamación solemne tuvo lugar el 11 de mayo de 2008 en Salva. El monasterio de este lugar tiene a estos santos como segundos protectores, al estar situado cerca del lugar de su ejecución. El nuevo monasterio de Bichigiu goza también de la protección de los cuatro mártires.
Troparion (himno) de San Atanasio
Luchador de la fe y la nación, victorioso contra
los adversarios de
Cristo y defensor sin miedo de la ortodoxia, tú creciste en la
tierra
de Nasaud y recibiste allí valientemente tu martirio.
Así, destruyendo
los engaños de los opresores ganaste la corona eterna de
santidad.
¡Feliz Atanasio, ruega a Cristo nuestro Dios que tenga piedad y
salve
nuestras almas!.
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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)