SAN ALIPIO "EL
ESTILITA"
26 de noviembre
640 d.C.
Nació en la ciudad de Adrianópolis. Su cristiana madre
enviudó muy joven y envió a su hijo a ser educado por el
obispo Teodoro, entregó sus pertenencias a los pobres y
comenzó a vivir como asceta y diaconisa cerca de la iglesia
donde había enviado a su hijo. Desde muy temprana edad Alipio
sintió el llamado a servir a Dios y a tener una vida solitaria
pese a que el obispo Teodoro no se lo permitía. Una vez,
acompañando al obispo en un viaje a Constantinopla, Alipio vio
en una visión a santa Eufemia quien le pedía que fundara
una iglesia en su nombre en Adrianópolis. Con las contribuciones
de los fieles de Adrianópolis, Alipio construyó una
iglesia bajo la tutela de Santa Eufemia, en un antiguo templo pagano.
Al lado del templo, donde existía un altar pagano, Alipio
construyó una columna donde subía a rezar a a
enseñas a los fieles que venían a él. Por
cincuenta y tres años Alipio luchó contra Satanás
en ese lugar, rezando y aconsejando a los cristianos que venían
buscando su ayuda.
Se cuenta que una noche, los demonios comenzaron a arrojarle piedras
mientras el oraba de pie en ese pilar. Alipio quería luchar
contra los espíritus de la oscuridad y tomando lo que le
servía como humilde techo se protegió de ellos. Por su
perseverancia, los demonios abandonaron para siempre aquel lugar.
Catorce años antes de su muerte, Alipio perdió la
posibilidad de ponerse de pie. Tuvo que pasar ese tiempo recostado
sobre uno de sus costados por la debilidad de sus piernas y
soportó muy difíciles enfermedades con humilde gratitud.
Dos monasterios se levantaron alrededor de la columna levantada por el
santo: uno para hombres y otro para mujeres. Alipio es recordado por
haber introducido reglas monacales para ambos monasterios y los
dirigió hasta su muerte. Durmió en el Señor a la
edad de 118 años. El cuerpo de este venerable santo fue
depositado en la iglesia que había fundado en honor de Santa
Eufemia. Sus reliquias sanaron a aquellos que las veneraron con
fe. Su historia es idéntica a la de san Estyliano, de forma
que se les ha confundido durante mucho tiempo.